La discusión sobre la quema de cañaverales volvió a instalarse en la agenda pública, pero esta vez el debate llega acompañado de un panorama aún más sombrío: la crisis del precio del azúcar y la amenaza de cierre para los pequeños productores.
Amado Daruich, vicepresidente de la Asociación Cañeros Unidos del Este, aseguró a LA GACETA que la quema de caña “no es conveniente ni para el campo ni para la salud”. Según explicó, la mayoría de los productores trabaja con sistemas mecanizados que aprovechan el rastrojo como cobertura del suelo, reduciendo plagas, evitando la pérdida de humedad y protegiendo contra la erosión.
“Son muy poquitos los cañeros, no debe llegar al 10%, que todavía están con el sistema viejo de cosecha manual y por eso recurren a la quema. No les da la situación económica para cambiar. Los demás no quemamos porque no nos conviene”, sostuvo.
El dirigente también remarcó que las quemas no siempre provienen del sector. “Ayer mismo ardió un pajonal cerca de Los Gutiérrez y nadie sabe quién lo prendió. Puede ser imprudencia, puede ser un cigarrillo mal apagado. El problema es que después se señala al productor”.
Pero la preocupación mayor no está solo en el fuego, sino en la economía. Daruich trazó un panorama crítico. “Hoy el cañero necesita dos bolsas y media de azúcar para comprar una de abono. Hay productores que apenas sacan 18 kilos de azúcar por tonelada después de pagar cosecha y flete. Es insostenible. Estamos a quebranto, podrán resistir algunos, pero si esto sigue muchos cañeros van a tener que cerrar las puertas”, advirtió.
El vicepresidente también cuestionó las amenazas de importar azúcar desde Brasil, lo que a su entender presiona aún más los precios internos: “Dicen que van a traer azúcar brasilera cuando allá ya cuesta más que acá. Eso solo sirve para asustar a la gente y que los compradores paguen menos”.
La combinación de bajos precios, aumento de insumos y combustibles, y sanciones a productores afectados por incendios plantea un escenario límite. “Si a un cañero se le quema parte de su finca y encima no le reciben la caña en el ingenio, pierde un 20% más. Así se funde directamente”, concluyó Daruich.