La soberbia nubla la vista de cualquiera, más aún la de quienes creen que imponerse en unas elecciones es una licencia para hacer lo que se les dé la gana. Los bonaerenses le dieron ayer una lección importante al Gobierno nacional: los argentinos son expertos en voltear liderazgos con la misma rapidez con que sientan en el trono a un nuevo “rey”. Lo sufrieron Cristina, Mauricio y Alberto. Antes que ellos, otros líderes que parecían “absolutos” también sintieron el profundo desaire de los votantes; la diferencia, ahora, es que los plazos de tolerancia se acortan cada vez más.
En el vertiginoso teatro de la política argentina, la figura del presidente Javier Milei trasciende cualquier libreto convencional. Para comprender su estilo, un número creciente de analistas sugiere explorar la frontera donde la psicología y la política convergen, específicamente en la potente fusión de dos conceptos: megalomanía y delirio místico. Lejos de ser un simple rótulo clínico de la CIE-11 de la OMS, esta lente ofrece una clave para descifrar el guion de un mandatario que no se ve a sí mismo como un gestor, sino como un profeta en plena cruzada.
La megalomanía, ese delirio de grandeza, se manifiesta en su narrativa central: la de un salvador predestinado. Milei no llegó para administrar el Estado, sino para demoler 100 años de historia y liderar un renacimiento nacional. Esa autopercepción como figura histórica singular, la única capaz de revertir la decadencia, alimenta una convicción absoluta. En su universo no hay adversarios políticos, sino “fuerzas del mal”; no hay críticas, sino “operaciones orquestadas por el maligno”. Su feroz intolerancia a la disidencia no sería, desde esta perspectiva, un simple rasgo de carácter, sino la reacción de quien siente que su obra, monumental y solitaria, está siendo saboteada.
La oposición rechazó la mesa de diálogo convocada por Javier Milei y cuestionó el rol de su hermana KarinaPero esta grandiosidad encuentra su combustible en un plano superior: el místico. La ya célebre invocación a “las fuerzas del cielo” no parece ser una mera metáfora. Se ha convertido en el pilar de un relato mesiánico donde su Gobierno es la herramienta terrenal de un poder divino. Esta idea se ve reforzada por las analogías, fomentadas por él y su entorno, con la figura de Moisés: un líder que debe guiar a su pueblo a través de las penurias del desierto -el ajuste- para alcanzar la tierra prometida.
El componente más extraordinario de esta dimensión, detallado en la biografía El Loco y reconocido por el propio entorno presidencial, es su supuesta comunicación con su perro fallecido, Conan, a través de una médium. La idea de que las decisiones estratégicas de un jefe de Estado sean consultadas con un consejero en el más allá es, para muchos observadores, la prueba definitiva de un sistema de creencias privado y esotérico que se ha fundido con la gestión pública.
Cómo le fue al Gobierno en la localidad del conurbano donde Milei lanzó la campaña con el cartel “Kirchnerismo Nunca Más”Al entrelazar la convicción de ser un elegido con la certeza de un mandato divino, el resultado es un líder blindado contra toda duda. La megalomanía le otorga el sentido de la misión; el delirio místico, la justificación sagrada. Para bien o para mal, Argentina no está siendo gobernada por un economista o un político tradicional, sino por un hombre que parece convencido de estar respondiendo a un llamado que trasciende lo terrenal.
En un artículo de Franco Lindner en la revista Noticias de la semana pasada, se da cuenta de que Milei le habría dicho a un amigo muy cercano: “Hablé con el Uno y me dijo que va a estar todo bien”, respecto del escándalo por los audios y los posibles resultados de los comicios del domingo. Parece que Dios se equivocó...
Un gancho en la quijada
De ahí que el golpe de la realidad terrenal sea aún más potente. El inesperado gancho en la quijada lo dejó anonadado. Debe seguir pensando que “no la ven”, que nadie “la ve” salvo él. Ahora tendrá que replantear esa estrategia divina que lo postula como el elegido, una que parece inmune a la necesidad social y a las luces de alerta que se encendían desesperadamente ante sus ojos, pero que decidió ignorar porque, como él mismo dice, sus líneas matrices no se negocian. Dejó pasar el llanto de los familiares de personas con discapacidad, la necesidad de los jubilados y la creciente angustia de trabajadores y empresarios que se ahogan en la recesión. Para colmo de males, las denuncias de corrupción terminaron de voltear la voluntad de muchos bonaerenses que, como tantos otros en el país, habían confiado en que la “locura” de Milei era lo que le hacía falta a Argentina para salir de la debacle kirchnerista.
Los mercados pusieron precio a la derrota de Milei: subió el dólar y se disparó el riesgo paísAhora habrá que ver cómo este revés electoral, que le desacomodó la peluca al Presidente, impacta en su estrategia de cara al 26 de octubre.
La marca no es suficiente
Una de las cuestiones a analizar es si la marca Milei tiene la fortaleza per se para ganar elecciones. Los resultados del domingo demostraron que ese músculo está poco desarrollado o que, simplemente, no basta para imponer candidatos. Tampoco bastan la promesa cuasicumplida de desterrar la inflación, ni el superávit fiscal, ni el supuesto beneplácito del “mercado” con el líder libertario, ni el mentado “riesgo kuka”.
Los libertarios aprendieron por las malas que la política y el Estado que Milei denosta son importantes para sostener un programa de gobierno, no solo para darle continuidad en el tiempo, sino para que redunde en beneficios para la sociedad. Ahí, el Presidente y su equipo erraron el camino, quizás atados a ese delirio místico de que a ellos, los iluminados, los acompañan las fuerzas del cielo.
Como ya aprendió -también por las malas- Mauricio Macri cuando fue presidente, el mercado no tiene ideología: no le importa si un gobierno es de derecha, de centro o de izquierda. Le importa hacer dinero y que las reglas de juego sean convenientes o, al menos, claras y persistentes. Hace meses que los analistas financieros advierten sobre un “riesgo Milei”, ya que los números indican que al Presidente le será muy difícil mantener el programa económico del que se enorgullece. Eso, sumado a la derrota del domingo, llevó ayer al derrumbe de los indicadores en casi todos los rubros. El mercado no elige con el corazón.
Javier Milei reunió dos horas a su gabinete y crecen las versiones de cambios en el equipoEse tercio de electores que oscila entre las puntas ideológicas, y que vota más allá de los extremos de amor y odio, les dejó en claro a los libertarios que no está contento y que el ajuste lo ahogó. Por eso revivió a ese peronismo que intenta salir de un kirchnerismo que hartó a una porción importante de la sociedad. Así como Milei fue una consecuencia de los yerros K, la resurrección de Axel Kicillof es puro mérito libertario.
Ante este escenario, el problema también lo tendrán los candidatos de La Libertad Avanza en Tucumán y en casi todo el país, donde se apostó por la marca Milei más que por generar figuras relevantes y desarrollo territorial para traccionar votos. ¿Podrá LLA sentar un diputado libertario por Tucumán? Con la foto de hoy, parece difícil. Osvaldo Jaldo se envalentona con la goleada y Roberto Sánchez, con igualar el partido, como hace cuatro años.
Milei lo hizo.