En las conversaciones cotidianas, en los consultorios y en las redes sociales hay una palabra que se repite: reseteo intestinal. Para algunos suena a moda, para otros a promesa de alivio. El médico clínico y gastroenterólogo Facundo Pereyra, en diálogo con LA GACETA, lo defiende como un plan que puede cambiar vidas.

“El reseteo no es magia. Es un método que busca desinflamar el cuerpo, romper la adicción a la harina y el azúcar y detectar qué alimentos nos enferman. Mi sueño es llevar el concepto de reseteo intestinal a la salud pública. Donde más se necesita es en las clases humildes, que basan su alimentación en harinas y no tienen acceso a buena información”, subraya.

El contexto lo respalda. Según el Ministerio de Salud, seis de cada 10 adultos argentinos presentan exceso de peso y el 25,3% padece obesidad. En chicos y adolescentes de cinco a 17 años la cifra de sobrepeso u obesidad asciende al 41%. A su vez, la Sociedad Argentina de Pediatría detectó que uno de cada 79 niños es celíaco, y la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) calcula que la prevalencia en adultos es de uno cada 167.

Problema al revés

Pereyra explica que la conciencia sobre la alimentación creció, pero que se parte de una base dañada: “Hoy el cuidado de la alimentación se volvió una prioridad. Hay más información y, en parte, gracias a eso la gente empezó a tomar conciencia. Pero el problema viene al revés: empezamos a comer muy mal hace varias décadas, con el avance de la industria alimentaria, los químicos en los alimentos y el desembarco de los ultraprocesados en nuestras vidas”.

Un punto clave es la calidad de los alimentos actuales. “La harina de trigo que comemos hoy no es la misma que hace 20 años. Fue manipulada genéticamente y tiene hasta el 70% más de gluten. Ese combo, harina defectuosa, ultraprocesados, falta de información, fue la combinación perfecta para que la gente empiece a sentirse peor”, asevera.

La advertencia no es menor: la microbiota intestinal, ese conjunto de microorganismos que habitan el intestino, está en el centro de las investigaciones actuales. Pereyra insiste en que muchos problemas que parecen no relacionados con el aparato digestivo pueden tener su origen allí. “Enfermedades autoinmunes, hormonales, fatiga crónica, dolores de cabeza, problemas de piel, obesidad, ansiedad o depresión pueden estar vinculados a cómo funciona nuestra microbiota”, explica.

Herencia familiar

La historia del reseteo, aclara, también es la de su familia. “El descubrimiento fue de mi padre, Juan Carlos Pereyra, un médico santiagueño de La Banda, que migró a la Patagonia. Fue el primer endoscopista en la región y en los 70 empezó a investigar. Yo heredé ese conocimiento, lo reformulé y lo puse en fácil. Y ahora lo trabajo también con mi hermano, con la idea de llevarlo a la salud pública”.

Nacido en Cipolletti, Río Negro, Pereyra se formó en medicina interna, gastroenterología y endoscopía digestiva en hospitales de la Argentina y del exterior. Autor del libro “Reseteá tus intestinos”, combina la medicina tradicional con la llamada medicina funcional, un enfoque que estudia la relación entre alimentación, microbiota y salud general.

Formalmente lanzó el programa en 2019, cuando casi nadie hablaba del tema. Hoy asegura que más de medio millón de personas lo probaron.

Una experiencia

De este recorrido surgió el Programa B15, que condensa su enfoque en un modelo online y comunitario. Durante 15 días, ahora extendido a tres semanas, los participantes siguen un plan con eliminación de gluten, azúcar y lácteos, alimentos antiinflamatorios, meditación y actividad física.

“El plan tiene tres pasos concretos. Primero desinflamar el cuerpo y aliviar más de 90 síntomas, que van desde lupus, colon irritable y fibromialgia hasta depresión, dermatitis y ansiedad. Segundo, romper la adicción a la harina y el azúcar, un problema que según estima, afecta a uno de cada cinco argentinos. Y tercero, detectar intolerancias alimentarias a través de un esquema de eliminación y reintroducción de productos como el gluten, los lácteos, el café, las carnes o incluso algunas frutas y verduras. Todo se desarrolla en comunidad, con acompañamiento profesional y grupos de WhatsApp que brindan apoyo diario”, explica.

El médico insiste en que no hacen falta alimentos exóticos ni costosos. “Recomendamos hacerlo con lo que ya hay en la casa: huevo, pollos, pescado, arroz, quinoa, frutas y verduras permitidas. Lo difícil es la primera semana, porque aparecen síntomas de abstinencia y tentaciones sociales. Si caes en una chocotorta, hay que volver a empezar. Después se flexibiliza”, promete.

Para él, el objetivo es claro: “La inflamación crónica de bajo grado debido al mal funcionamiento digestivo es nuestro principal interés. Al sanarla, mejoramos la salud global”.

ELIMINADOS. El médico aconseja suprimir el azúcar y el harina de la dieta.

Dos patitas

Intestino y mente

Facundo Pereyra aclara que el respeto no se limita a los que entra en el plato. “El plan tiene dos patitas -explica-: la gestión del estrés, con meditación y el ejercicio junto con la alimentación consciente”. Los resultados, asegura, se ven rápido en quienes lo adoptan. “Recibo miles de testimonios: personas que mejoraron la depresión, el lupus, la fibromialgia o la artritis. Donde más ayudamos es en el descenso de peso. Muchos no logran bajar porque tienen inflamación crónica de bajo grado. Nuestro plan destraba ese proceso y después lo sigue el nutricionista”, detalla. Reconoce las críticas: “Tenemos detractores, en especial desde la ciencia, porque todavía el método no está del todo comprobado. Hay médicos que descreen, tenemos haters en las redes. Pero en general el 80% de las personas mejora; otro 20% no cambia. Y como todo acto médico, tiene efectos adversos; algunos se constipan, otros sienten ansiedad o dolor de cabeza, y en uno de cada 500 pacientes la situación empeora. Está contraindicado en personas con bajo peso y en quienes tienen trastornos de la conducta alimentaria”.

Consejos

Resultados y futuro

Los testimonios que recibe en su consultorio y en las redes sociales son el combustible de su tarea, según explica el especialista. “Recientemente, una señora con lupus me contó que mejoró la piel, las manos, empezó a dormir mejor, recuperó el ánimo y bajó 12 kilos. Basta con mirar mi Instagram: hay miles de historias”, asevera. Y deja un consejo sencillo: “Si tienen síntomas digestivos o extradigestivos, recomiendo probar el reseteo de una semana. Y si no tienen síntomas, lo mejor es empezar cambiando el desayuno: huevos en lugar de harinas, y sacar el azúcar y la harina refinada de la casa. Solo con eso ya se da un gran paso”. Con la vista puesta en el futuro, Facundo Pereyra insiste: “Si logramos enseñar a comer pensando en el intestino, como hoy promovemos la actividad física, vamos a tener jóvenes más sanos, lejos de los hospitales”.