En Morteros, un pequeño pueblo de Córdoba, nació Oscar Ceccotti. Allí dio sus primeros pasos hasta que el fútbol lo llevó a Rosario, para vistir la camiseta de Newell’s Old Boys. “El fútbol me llevó hasta ahí, después vine a San Martín y ya comenzó mi estadía total en Tucumán”, recuerda. El destino marcaría para siempre su vida en 1978, cuando llegó a San Martín para disputar un Torneo Nacional. “Creo que en el 78 vine a jugar el primer torneo. Yo todavía era jugador de Newell’s y ese torneo lo jugué en San Martín. Estaba Corbalán como técnico y después vino Federico Sacchi”, relata con la memoria viajando varias décadas atrás.

Luego de aquel paso por San Martín, regresó a Rosario para terminar sus estudios y recibirse de profesor de Educación Física. “Me quedaba muy pocas materias, jugué dos años más en Central Córdoba de Rosario en el campeonato de la C, después me dieron libre y volví a préstamo a San Martín. Jugué el Nacional del 81 y en el 82 sufrí una quebradura en la cancha de Atlético”. Esa lesión marcaría el destino de su carrera, aunque no definitivo. “Quedé en buenas condiciones, pero en el colegio San Francisco el padre Domingo Almada me dio 20 horas en el secundario y un cargo en primaria. Así que colgué los botines y me dediqué a la docencia, algo que me encantó”, expresó.

En Tucumán jugó solamente en San Martín, aunque tuvo un breve paso por Central Norte en el campeonato de la liga. “Fue algo muy efímero, un mes o dos, y después ya abandoné. La docencia me atrapó”, relató. Colgar los botines, asegura, no le resultó difícil. “La verdad que mucho no me costó, tampoco había sido muy larga mi carrera. Dejé de jugar a los 26 años. No me costó porque era la profesión que había elegido, me gustaba mucho la docencia”, explicó con paciencia.

El arraigo en Tucumán no fue solo profesional. “Conocí a mi señora, tengo cuatro hijos y varios nietitos. Muy feliz de la estadía en Tucumán, una hermosa ciudad. A Morteros voy bastante seguido porque allí tengo familiares. A Rosario no tanto, porque más que amigos no me quedan”. Sobre lo que lo sedujo de esta provincia, no duda: “Me atrapó la gente, la humildad. Venía de una ciudad muy linda como Rosario, donde cursé mis estudios, pero Tucumán me encantó. Una ciudad realmente hermosa”, remató el ex futbolista.

Después de colgar los botines, la docencia se convirtió en su centro de vida, pero el fútbol no lo soltó del todo. Fue preparador físico en distintos clubes. “Trabajé en San Martín con varios técnicos, incluido Guillermo Reynoso, con quienes fuimos a Atlético un tiempo. También con Jorge Salas en Atlético, un par de años cuando tuvo el objetivo de ascender. El trayecto de inicio fue siempre con Daniel Petrella, un gran amigo que encontré en la provincia”, agregó Ceccotti.

A Petrella lo conoció en sus primeros pasos como entrenador. “San Martín me contrató como técnico de Quinta y Sexta. Teníamos un equipazo con jugadores de enorme talento, y salimos campeones de las dos divisiones. Pero no me gustó la experiencia como técnico, me atraía la parte física. Entonces le aconsejé al club que lo contrate a Petrella. Ese año, o al siguiente, salimos campeones en todas las divisiones. A partir de ahí nació la amistad”, reconoció.

De esa sociedad nació el CEF, que lleva más de 30 años funcionando. “Comenzamos en el CEF 18. La ilusión y las ganas se fueron haciendo cada vez más grandes hasta lograr la realidad que tenemos hoy. Si alguno de los dos trabajaba en equipos profesionales y no tenía tiempo, el otro quedaba a cargo. Después ya nos dedicamos de lleno los dos al CEF”, responde.

Los recuerdos de su etapa como jugador en Tucumán siguen frescos. “Me acuerdo que jugábamos a cancha llena, partidos clásicos con Atlético con tribunas repletas y muy buenos equipos. Inclusive me tocó en un partido ser expulsado junto con Barrientos, un jugador rapidísimo de Atlético. Cuando me echaron, Sacchi me dijo: ‘Mirá, echaron al mejor de ellos y al peor de nosotros, qué buen cambio’. Te juro que lo recuerdo como si fuera hoy”, dice entre risas.

Con 32 años de docencia, Ceccotti se jubiló satisfecho. “Trabajé en el San Francisco, en escuelas públicas, en una nocturna. Muy bien, realmente acerté cuando decidí estudiar esta profesión. Es muy gratificante cuando exalumnos todavía mandan un mensajito para el Día del Profesor o te los cruzas en la calle”, advierte.

Actualmente, junto a Petrella y al equipo del CEF, proyectan nuevos desafíos como la inauguración de una mutual denominada Sueño Amarillo. “La idea es brindar un servicio, algo que en nuestros pueblos era muy común y que funcionaba bien. No estoy tan compenetrado con el tema, eso lo lleva más Nicolás (Ceccotti, su hijo), pero la idea siempre estuvo y ahora la vamos a concretar. Va a estar abierta a la parte deportiva en general, no solo al fútbol”, agregó.

El turismo deportivo es uno de los ejes de esa nueva etapa. “Ya tenemos un viaje a Mar del Plata para un torneo de verano, como siempre. También al Argentinito de Morteros, a campeonatos en Salta o Jujuy. La idea es que esta mutual dé un respaldo y credibilidad para que los chicos puedan disfrutar de esas experiencias”, reconoce.

Cuando se le pide que defina lo más lindo y lo más feo de Tucumán, la respuesta fluye con naturalidad. “Lo más lindo, ya te dije, la gente, los amigos de tantos años. Lo que tiene que trabajar es en la parte de la seguridad, pero eso está enquistado en todas las grandes ciudades del país. No es exclusivo de Tucumán”, finalizó el “profe”.