¡Ni derecho ni salud! Desde cuándo la mutilación o la hormonización antinatural de niños supone un derecho o velar por su salud integral. Sobran casos en el mundo de las monstruosas consecuencias de decisiones irreversibles que se pretende imponer aún sin consentimiento de los padres, dejándolas a voluntad de menores inmaduros. Se supone que como adultos los padres protejan a sus hijos y los guíen por el buen camino sin dañarlos. De ninguna manera esta crueldad puede asumirse como una exigencia ética y cristiana. Por ello sorprende la aberrante postura defendida por el actual asesor de la Comisión de Salud de la Legislatura, Jorge Bernabé Lobo Aragón.

Santiago José Paz                                                                         

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