POESÍA
DEVENIR
CAROLINA KIBUDI
(Barnacle - Buenos Aires)
Un factor que impresiona fuertemente la sensibilidad del lector al abrir las páginas de esta segunda entrega de Kibudi, titulada acertadamente Devenir, es la capacidad que posee la autora para denotar la transitoriedad de todas las cosas, circunstancias e inclusive conflictos. Volumen de pasajes, fugacidades y efímeras impresiones, sin embargo y como paradoja, lo que hace al denotar esta condición, es simultáneamente fijar de manera indeleble esos flashes de conciencia, como insights que perduran más allá de su súbita aparición y desvanecimiento aparente.
El dispositivo que utiliza Carolina Kibudi para este raro logro de su poesía es fijar en lo emocional conceptualizaciones convertidas en sensaciones poderosas, difíciles de borrar más allá de lo gratas o lacerantes que pueden llegar a ser para el lector una serie de ellas. Sus límites pueden ser difusos y poco determinables para la razón, pero su presencia termina por ser innegable.
Estas percepciones emanadas de la rica oferta de sentidos que brinda Devenir desde luego que son “traducidas” por el lector a sus propias interpretaciones, signadas por su propia historia, su capacidad de colegir y el grado de familiaridad que posea con el siempre exigente lenguaje poético, como es lo habitual, pero aquí se suma, en el proceso descrito, otro aporte que realiza Kibudi a la destreza de sus piezas para inficionar a quien las lee.
Carolina Kibudi es capaz de conectarnos con un universo que le es propio pero además visible y habitable para el otro. Un cosmos donde lo metafísico y lo sensorial conviven y se complementan de una manera casi palpable. Mediante tan depurado trabajo como señalamos, Kibudi subraya además el sospechoso parentesco entre el mundo de lo textual y eso que denominamos lo real, con una fuerte potencia reveladora. No estoy hablando de poesía como representación, de ninguna manera: lo que remarco es cómo la poeta resalta los vasos comunicantes, las líneas de intersección entre ambos campos; cómo su ars poetica permite acceder o bien atisbar lo que sucede en ambos campos a la vez. Rara virtud que atraviesa lo que acaece y sobreviene en cada uno de nosotros y nos relaciona con el tiempo, la jaula de maravillas y desasosiegos que pueblan el espacio que nos corresponde sin elección posible y es capaz de mostrar, sorprendentemente, tanto nuestra fragilidad como nuestras fortalezas interpretativas, otra de las ambigüedades de la condición humana.
Que este no es poco mérito para un poemario capaz de resumir en su brevedad lo antedicho y cuanto mucho más queda por decir de él, resulta tan obvio que ni siquiera voy a mencionarlo.
© LA GACETA
Luis Benítez