Cada fin de temporada impone la hora de los balances. Para San Martín, la eliminación contra Deportivo Morón en el Reducido volvió a cerrar un año con sabor amargo. En un intento por reconstruir el equipo, la dirigencia apostó por 16 refuerzos, pero el proyecto no alcanzó los resultados esperados. Hubo algunos rendimientos sólidos, aunque la mayoría no logró consolidarse ni sostener regularidad.

En defensa, Hernán Zuliani fue uno de los que más minutos sumó. Mostró proyección, entrega y compromiso, aunque su nivel bajó en los momentos decisivos, cuando el equipo más necesitaba solidez. Federico Murillo, por su parte, fue una de las apariciones más constantes del año, con dos asistencias y despliegue por derecha, pero también sufrió en los partidos de mayor exigencia, especialmente en los cruces clave del tramo final. Mauro Osores aportó presencia y juego aéreo, aunque las lesiones y la irregularidad lo alejaron de la titularidad.

En cambio, Franco Quiroz, Mateo Pérez y Claudio Araujo casi no tuvieron continuidad: el primero jugó poco, el segundo apenas seis encuentros y el tercero no llegó a debutar antes de rescindir su contrato. La defensa tuvo volumen, pero no estabilidad.

En el medio campo, Gabriel Hachen fue de mayor a menor. Aportó técnica y claridad en la primera mitad del torneo, pero la falta de ritmo y las lesiones redujeron su influencia.

Jesús Soraire alternó entre titular y suplente con rendimientos correctos, aunque sin lograr asentarse. Nahuel Cainelli ofreció esfuerzo y despliegue, pero sin peso ofensivo. En tanto que de las incorporaciones de mitad de año, Nicolás Castro fue el que mejor se adaptó, con un gol y una asistencia que, dentro de todo, dejó una buena impresión. En cambio, Mauro González y Aaron Spetale no lograron destacarse ni sumar minutos relevantes.

El ataque fue la línea con más respuestas. Martín Pino terminó como máximo goleador con ocho tantos y tres asistencias, símbolo del esfuerzo y la constancia. Sin embargo, su rendimiento también se diluyó en los duelos decisivos, cuando al equipo le faltó contundencia. Juan Cruz Esquivel fue la figura más desequilibrante, con seis goles y dos asistencias, aunque, por las constantes lesiones, se quedó fuera del cierre del torneo. Franco García, con cinco goles, alternó buenas actuaciones y otras discretas, pero dejó una sensación positiva por su entrega. En cambio, Lautaro Taboada apenas sumó minutos por lesiones y terminó jugando en La Liga.

El desafío que se le presenta a San Martín

A nivel colectivo, San Martín mostró la misma irregularidad que varios de sus refuerzos. El equipo fue intermitente en su rendimiento, fuerte lejos de casa pero vulnerable en La Ciudadela, y le costó sostener los partidos de peso, como los duelos contra Deportivo Madryn y Morón. En los momentos de mayor presión, la falta de jerarquía y continuidad entre las incorporaciones terminó pesando más que los aciertos individuales.

El repaso de la temporada deja una conclusión clara: San Martín incorporó mucho, pero acertó poco. Algunos refuerzos respondieron, otros no encontraron su lugar, y el equipo nunca logró estabilidad ni una base sólida para sostener el rendimiento. Con la Asamblea Ordinaria del 31 de octubre como punto de partida del proceso electoral, el próximo proyecto deberá aprender del pasado: menos cantidad, más calidad.