“En la costanera la vida cotidiana está profundamente deteriorada: los chicos empiezan a consumir desde muy temprano y eso corroe lo poco que queda de las relaciones familiares y comunitarias”, cuenta Paula Boldrini, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) a LA GACETA, “Lo mismo ocurre en Los Vásquez o en La Toma, en Tafí Viejo, donde a pesar de los intentos de organización comunitaria, lo que falta siempre son recursos institucionales y públicos para salir adelante”.
Hace algunas semanas, la Universidad Nacional de Tucumán fue sede del XXXI Encuentro de la Red Universitaria Latinoamericana de Cátedras de Vivienda y Hábitat (Ulacav). Las jornadas se desarrollaron en el Centro Universitario Ingeniero Roberto Herrera” (ex Quinta Agronómica) en San Miguel de Tucumán.
Esta red -explica Boldrini, que actualmente ocupa la Secretaría General- está integrada por distintos referentes. “Surgió justamente para impulsar espacios formativos de grado y de posgrado que promuevan una formación interdisciplinaria en relación con un territorio integral. En cada encuentro se comparten prácticas, se discuten problemas comunes y se construye un conocimiento situado, comprometido con las necesidades sociales”.
Boldrini trabaja desde hace más de dos décadas en barrios populares y comunidades rurales de Tucumán. Desde esa experiencia, ella sostiene que la forma en que se emplazan los asentamientos de la provincia revela cómo se distribuye la desigualdad social.
“Los sectores más vulnerables habitan donde el mercado no obtiene rentabilidad: a la orilla de ríos contaminados, al lado de canales con riesgo de inundación o junto a las vías del tren. Son lugares donde nadie elegiría vivir, salvo quienes no tienen otra opción. Y aun así, la sociedad suele mirar esos barrios desde la estigmatización, como si fueran producto de malas decisiones individuales y no de una estructura desigual que los empuja hacia esos márgenes. El territorio se construye de manera completamente desigual”, explica.
“Ya llevamos muchos años de despoblamiento del campo. El cierre de los ingenios en los años 70 marcó un antes y después: provocó migraciones hacia San Miguel de Tucumán y otras ciudades, y generó un proceso de metropolización. Pero esa concentración poblacional no vino acompañada por una estructura productiva capaz de absorber a la gente. Así, muchos sectores quedaron atrapados en la pobreza y la vulnerabilidad”, agregó Boldrini.
Denuncian violencia policial en La Costanera: “Nosotros también luchamos contra el narcotráfico”Los impactos de esa desigualdad se sienten en la vida cotidiana. “El consumo de paco es uno de los problemas más graves porque deteriora rápidamente la salud y las relaciones personales. En muchos barrios se perdió capacidad organizativa, pero aun así hay esfuerzos por recuperar los espacios comunitarios: las calles, las canchas, los centros vecinales. Los sectores populares siguen eligiendo lo colectivo, el trabajo común, la idea de comunidad”, destaca.
Cambio profundo
La investigadora advierte que la desigualdad territorial no puede abordarse sólo desde la infraestructura o el urbanismo. Requiere un cambio profundo en la formación académica y en la relación de las universidades con la sociedad. “Sabemos que los sectores populares viven en condiciones de extrema vulnerabilidad y también sabemos que las universidades, no sólo las de Argentina sino las de toda América Latina, todavía tienen dificultades para formar profesionales capaces de dar respuestas apropiadas a estas problemáticas. Esa formación interdisciplinaria está poco desarrollada y por eso la red Ulacav trabaja para fortalecerla”.
Para Boldrini, Tucumán tiene hoy un papel central dentro de esa red. “Estos encuentros nos permiten compartir prácticas y reelaborar los problemas desde la docencia y desde el territorio. La integración de saberes y la construcción colectiva son la base para generar políticas públicas más justas y democráticas”, manifestó.
Boldrini deja una reflexión final: “Lo primero que hay que pensar es en el territorio en su conjunto. Es decir, no podemos seguir planificando sólo la ciudad mientras el campo se vacía. Si no abordamos la desigualdad territorial, vamos a seguir teniendo barrios que muestran con crudeza las deudas de nuestra sociedad”.
Voces de América Latina
En el encuentro participaron referentes de distintos países. Una de ellas fue Selene Laguna Galindo, de México, integrante de la Brigada Académica Interdisciplinaria del colectivo docente “Teorías y praxis proyectual”, y secretaria ejecutiva de Ulacav, subrayó las similitudes que percibió entre Tucumán y su país. “Lo que pude ver aquí se parece mucho a lo que vivimos en México: desigualdad en el acceso al espacio público y a la vivienda, y políticas públicas que muchas veces desatienden las problemáticas más urgentes”, aseguró la profesional. “En Tucumán, la verdad es que se nota el esfuerzo de grupos docentes y de investigación por trabajar junto a las comunidades; eso es algo que valoro mucho”, añadió.
Laguna Galindo contó además que recorrió un poco la ciudad durante su visita y quedó impactada por los contrastes. “Caminando desde el centro hacia el Bajo y luego a Yerba Buena se ven diferencias brutales en distancias muy cortas. Esa desigualdad es visible y realmente hace preguntarse por qué no tenemos todos el mismo acceso a la vivienda, al equipamiento o a los espacios públicos de calidad”, señaló.
También destacó la diversidad arquitectónica tucumana. “Me sorprendió la mezcla: es una ciudad horizontal con edificios altos diseminados, algo que en México no vemos. Y al norte, el paisaje urbano se parece mucho al de las periferias mexicanas”, comparó. Para ella, lo más inspirador fue la interdisciplinariedad del encuentro. “Aquí hay algo que no sucede en mi país: estudiantes de arquitectura, educación física, sociología trabajan y debaten juntos. En México, las facultades son fragmentadas; lo que vi es una apertura enorme hacia otros modos de aprender y de construir sensibilidad frente a los problemas reales. Esa mirada interdisciplinaria es una lección que me llevo”.
Desigualdad muy visible
Desde Brasil, la profesora Maria Dulce Bentes, del departamento de Arquitectura de la Universidad Federal de Río Grande del Norte e integrante del comité directivo de la red coincidió en que Tucumán refleja las tensiones de muchas de las ciudades latinoamericanas. “Como todas las ciudades de esta región, tiene paisajes maravillosos y, al mismo tiempo, una desigualdad muy visible”, aseguró. “Se nota principalmente en la ciudad: barrios populares con menos servicios en las afueras, menos infraestructura. Esa realidad no es distinta de lo que vivimos allá en Brasil”.
Dulce Bentes además explicó que su país atraviesa un proceso de reconstrucción de las políticas públicas de vivienda luego de años de retroceso. “Desde 2023, con el restablecimiento del Ministerios de las Ciudades, intentamos recuperar programas y fortalecer la urbanización de favelas y comunidades. Tucumán, debemos decirlo, muestra los mismos desafíos: cómo integrar a quienes viven lejos de los servicios y hacer efectiva la vivienda como un derecho humano”.