“Las obras de infraestructura no han ido acompañando al crecimiento de la ciudad. Hace 50 años que no se hacen las obras que hacen falta”, admitió ayer a la mañana la intendenta de la capital, Rossana Chahla, durante una entrevista exclusiva con LA GACETA Play.

Desde la vuelta de la democracia, hace más de 40 años, se pueden citar unas muy pocas obras de infraestructura de envergadura: la avenida Perón, en los 90; el barrio Lomas de Tafí, en la década del 2010; y también en ese mismo período la nueva traza de la ruta nacional 38, aún inconclusa y con varios déficit estructurales y de conectividad.

Las afirmaciones de la intendenta van en consonancia con un profundo estudio realizado por el Laboratorio de Políticas Públicas para el Desarrollo Equitativo (Lapde), dependiente de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNT, reflejado por el periodista Alvaro Medina en un programa de Panorama Tucumano, de LA GACETA, el martes 19 de agosto. “Este estudio se presentó en 2023 con datos recabados entre 2010 y 2022. Las proyecciones no han perdido vigencia por varias razones: se trata de una investigación de orden estructural y no coyuntural, por lo que no caduca en pocos años”, consignaba el informe.

La investigación desnudó tres datos preocupantes: Tucumán cuenta con el cuarto valor agregado bruto más bajo de la Argentina, el tercer salario privado registrado más bajo y el quinto índice de desarrollo humano más bajo del país. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) mide la calidad de vida a partir de tres dimensiones: ingresos, educación y salud. En Tucumán, con base en este informe del Lapde, la combinación entre bajos ingresos, dificultades educativas y sanitarias ubica a la provincia con el quinto IDH más bajo del país. Se concluyó que las principales restricciones están asociadas a la baja infraestructura, los bajos niveles de capital humano, la alta presión fiscal y los bajos índices de calidad institucional.

En cuanto a los problemas de competitividad afirman que están vinculados a la falta de obras y servicios. “Lo que podría estar indicando que tenemos carencias estructurales graves que coexisten con una baja inversión provincial”, indica el estudio, a lo que se suma que “los trabajadores tucumanos presentan el segundo menor promedio de años de educación del país”.

Esto sorprende ya que Tucumán fue históricamente el centro neurálgico de las universidades en la región, con numerosas y prestigiosas instituciones vinculadas a la investigación y al desarrollo, y esta idea permanece en el imaginario popular, aunque ya no es así, y lo confirma el hecho de que el 42% de los tucumanos, de entre 25 y 64 años, no tiene el secundario completo. Si los indicadores siguen bajando, como advierte el estudio,  ¿qué futuro le espera a la provincia?

En una serie de notas que viene publicando el diario denominada “Proyectos urbanos que pasaron al olvido”, de la que ya se presentaron 13 capítulos, se da constancia de decenas de anuncios de obras que se realizaron en el último siglo y no se concretaron.

La carencia de infraestructura básica impacta directamente en todos los otros indicadores, principalmente en la calidad de vida, la economía, la salud y la educación, y ubicó a Tucumán en puestos rezagados de desarrollo a nivel nacional.