Carlos Castillo, oriundo de Monteros y con 50 años recién cumplidos, protagonizó un logro que quedará marcado en la historia reciente del ciclismo tucumano. En el Panamericano disputado en Asunción, Paraguay, el representante provincial se consagró tricampeón en la categoría Máster C1, imponiéndose en las tres pruebas que disputó en un fin de semana que combinó experiencia, estrategia y determinación.

El primer oro llegó en la contrarreloj individual sobre 14 kilómetros, una especialidad que exige precisión y capacidad para sostener el ritmo sin referencias directas. Luego repitió su dominio en la prueba criterium, en un circuito de 30 kilómetros, donde la velocidad y los cambios de ritmo fueron decisivos. Finalmente, cerró la actuación perfecta al ganar la carrera de pelotón en 60 kilómetros, confirmando su supremacía continental.

La actuación argentina fue destacada, con cerca de 100 ciclistas en competencia y múltiples podios. Entre ellos se lució otro tucumano: el capitalino Francisco Vercellone (47 años), quien obtuvo la medalla de plata en la categoría Máster B, en la prueba de pelotón sobre 80 kilómetros. La postal final tuvo así un sello provincial: dos representantes de Tucumán en lo más alto del continente.

Un logro compartido y con sentido personal

Para Castillo, el impacto de la conquista supera lo deportivo. “Fue uno de los mejores fines de semana de mi vida, en especial porque lo compartimos con mi amigo Vercellone, con quien tomamos la iniciativa de viajar”, contó. También remarcó el acompañamiento que recibió para poder competir: “A todos los que aportaron un granito de arena y a los que se tomaron un minuto para mandarme un mensaje positivo. Representar a Monteros, a Tucumán y a la Argentina es un orgullo enorme”, expresó.

Con tres medallas de oro en su regreso y la emoción aún latiendo fuerte, Castillo dejó algo más que resultados: dejó una referencia de esfuerzo sostenido en el tiempo y una celebración que Tucumán siente como propia.