En la etapa de madurez de la vida entendida a partir de los 40 (estabilidad laboral, social y de salud) el enfoque con el que se la vive fue cambiando. Entendida como un punto de llegada, el tiempo de madurez es el momento, según los nuevos enfoques, para seguir en movimiento, enfocados en el autocuidado. Los psicólogos marcan que el autocuidado no es vanidad, es supervivencia.
Es habitual llegar a esta edad siendo el pilar de todo: la familia, el trabajo, las amistades. Delegar, poner límites y aceptar que no se puede hacer todo, no es egoísmo. Según los estudios de la Psicología del Desarrollo la madurez es vista como una etapa donde la felicidad no disminuye, e incluso puede aumentar. Al poseer más experiencia, se gestionan mejor las emociones y se enfoca la energía en lo que realmente importa. Se trata de ser activo y tomar decisiones, lo contrario al estado pasivo con el que se la relacionaba.
No es tarde para empezar algo nuevo; probar algo distinto mantiene viva la curiosidad, la chispa, la mente. El cambio es la prueba de que uno está vivo. En la madurez, no se trata de acumular logros; se trata de aprender a cambiar. El enfoque reajustado está dirigido hacia la calidad de vida, la sabiduría, el sentido y las relaciones significativas.
Avanzar
Celebrar los logros, aunque no sean perfectos, vale más que perseguir ideales que suelen ser ajenos que nunca llegan (es un buen momento para no compararse con otros). En el mismo sentido de resignificación hay que tomar el pasado que no se borra, es cierto, pero pero tampoco debe ocupar tanto espacio y liberar el peso que se arrastra.
La psicóloga Marian Rojas Estapé sugiere una especie de "balance de caja". La especialista en psiquiatría afirma que es la ocasión para sanar heridas, revisar las experiencias y dejar ir lo que ya no sirve. Alcanzar una madurez emocional saludable está en explorar sentimientos, cuestionar creencias limitantes y confiar en sí mismo para hacer realidad los sueños; algo que implica cambiar por lo que no hay que cerrarse a las nuevas ideas ni volverse rígido.