Hay momentos en la vida institucional de los clubes en los que el foco deja de estar puesto en la pelota. San Martín se encuentra, precisamente, en uno de esos puntos de transición, en el que los próximos pasos no se definen en un córner ni en un mano a mano, sino en escritorios, actas y firmas. La renuncia de la comisión directiva abrió una etapa singular: un intermedio necesario para ordenar el escenario, asegurar la continuidad administrativa y preparar el terreno para la elección de nuevas autoridades. El club, hoy, está entre dos capítulos.

La confirmación llegó en horas de la mañana de manera oficial. “Una parte mayoritaria de integrantes de la HCD firmó la renuncia a su cargo…”, comunicó la institución en sus redes. Desde entonces, el día a día quedó bajo la responsabilidad de Rubén Moisello, presidente, y Miguel Vivanco, integrante de la Junta Fiscalizadora. Serán las únicas dos personas que permanecerán en funciones hasta las elecciones del 30 de noviembre, tal como lo exige la normativa para evitar un vacío de poder. No se trata de una continuidad política, sino de una conducción transitoria que garantiza que el club no se detenga.

Esa es la primera clave de este momento: nada quedará paralizado, pero tampoco se iniciará nada nuevo. El club funcionará como hasta ahora: empleados, actividades deportivas, juveniles, disciplinas federadas y servicios institucionales. El movimiento administrativo seguirá su curso normal. Lo que quedará congelado, en cambio, será el corazón más sensible del hincha “santo”: el proyecto futbolístico.

La dirigencia saliente fue explícita: no tomarán decisiones deportivas sobre la continuidad del técnico Mariano Campodónico, el armado del plantel, las renovaciones ni los posibles refuerzos. “La responsabilidad de lo que viene le corresponde a la próxima conducción”, repitieron en la CD saliente.

La decisión tiene justificación política y emocional. El desgaste tras la eliminación y la caída en la relación con el hincha fueron determinantes. El propio Moisello lo reconoció recientemente en un mano a mano con LA GACETA. “Fue una desilusión muy grande. Frustración, porque no logramos el ascenso que tanto buscábamos”. Ese golpe, dijo, tuvo un centro emocional difícil de sobrellevar.“Rosario nos quebró a todos”, agregó. El episodio no sólo marcó el final deportivo de la temporada, sino el fin de una etapa dirigencial. Después de eso nada volvió a ser igual.

Las renuncias, sin embargo, no se explican sólo por el resultado de un partido. Hubo un proceso acumulativo: la merma en la asistencia a la cancha, la caída en la recaudación, el ruido permanente en redes sociales y el clima en las plateas. “San Martín es un club que exige carácter, no solo fútbol”, dijo Moisello. Esa presión, para jugadores, para entrenadores y para dirigentes, se volvió un factor cotidiano. “Esto me quitó salud, tiempo con mi familia, pero lo hice por amor al club”, confesó el dirigente. Justamente esa frase resume el cierre de ciclo.

Lo que se viene en la vida institucional del club

El calendario electoral ya está fijado. Las listas podrán presentarse hasta el 22 de noviembre y la votación se realizará el 30, fecha modificada tras el planteo de socios durante la última Asamblea Ordinaria, cuando se advirtió que el 23 caía en fin de semana largo y podía afectar la participación. La decisión fue interpretada como una señal saludable: asegurar que la mayor cantidad de socios pueda votar y que la elección tenga legitimidad plena. La nueva conducción asumirá en los primeros días de diciembre, con el tiempo justo para definir el rumbo deportivo de la próxima temporada.

Ahí estará, precisamente, el centro del desafío. La próxima dirigencia deberá decidir rápido: técnico sí o no, qué jugadores continúan, cuáles parten, qué modelo de juego se quiere, qué presupuesto se sostiene, cómo se reconstruye el vínculo emocional con la tribuna. Cada decisión tendrá impacto directo en el armado del equipo y en la expectativa del hincha, que en los últimos años, demostró que siempre es alta.

El club está en silencio. Pero es un silencio activo, de transición, de reflexión. No es un final. No es un comienzo. Es el pasillo entre una puerta y otra. Moisello y Vivanco sostendrán la llave durante estas semanas. Después, otra conducción tendrá la obligación de abrir la próxima página.