Dentro del gran paquete de obras públicas postergadas en la provincia, el aeropuerto en Tafí del Valle no se reduce a una cuestión de comodidad para los pobladores del valle o para los veraneantes, sino que constituye un asunto importante para la economía, la cultura, la historia y el desarrollo tucumano, ya que se trata del principal polo turístico.

Un informe elaborado por la Usina de Políticas Públicas (IPEC), publicado por LA GACETA el año pasado, muestra que entre 2016 y 2022 Tucumán fue la segunda provincia que menos invirtió en obra pública e infraestructura. Sólo supera a Santa Cruz, el único distrito con peores estadísticas. De acuerdo con ese informe, la provincia ha destinado un 5,7% de su presupuesto a la obra pública y que de ese total se ejecuta menos del 50%.

Resulta paradójico que hace un siglo los vuelos entre la capital y el Valle de Tafí ostentaban una frecuencia semanal y a veces diaria y que en pleno Siglo XXI esa conectividad imprescindible no exista, salvo excepciones sanitarias o de índole político.

Incluso, más allá de lo turístico o estratégico, porque vincula por el aire no sólo a Tafí sino a todos los Valles Calchaquíes, de fama mundial por sus numerosos atractivos, es un incentivo para el riquísimo sector productivo de las alturas, que abarca agricultura, minería, gastronomía, artesanía, museología, arqueología o la poderosa industria vitivinícola de renombre internacional. En las décadas del 20, del 30 y del 40 los vuelos insumían entre 40 y 60 minutos, según la ruta elegida. En el presente, con las aeronaves actuales, esos viajes no superarían los 20 minutos, según estiman los expertos. La empresa Aeropuertos Argentina 2000 lo planteó hace 25 años como una de las obras aeronáuticas clave para Tucumán. La profunda crisis socioeconómica de 2001 sepultó el proyecto, que incluía otra serie de reformas en la estación principal y en otros rincones del territorio, que al día de hoy cuenta con sólo una pista pavimentada para aviones.

El último intento se esbozó durante el segundo gobierno de Juan Manzur, dentro del proyecto del Centro de Alto Rendimiento Deportivo en Altura, que iba a construirse en Tafí del Valle, y contemplaba no sólo un aeropuerto para facilitar la conectividad de los deportistas internacionales y de otras provincias, sino también instalaciones, nuevos alojamientos y más y mejores servicios.

Un aeropuerto en Tafí no representa una obra onerosa o inalcanzable para las arcas provinciales, pues de acuerdo a las opiniones especializadas, sólo basta con definir una traza para la pista, que no necesariamente debe ser asfaltada, una mínima instalación para la aeroestación y torre de control, más algunas obras de caminerías, señalizaciones o iluminación, según la localización elegida para la pista. Esta opción constituye, además, una alternativa valiosa a la transitada, costosa de mantener e impredecible ruta 307, donde durante los períodos estivales suele interrumpirse a menudo a causa de los derrumbes.