Con la mira puesta en alcanzar nuevos objetivos de salud para el próximo año, muchas personas buscan incorporar hábitos más saludables en su rutina diaria. En este contexto, salir a caminar se presenta como una de las opciones más populares y accesibles. Para la gran mayoría, caminar es una actividad segura, económica y fácil de mantener a largo plazo, y es una excelente manera de combatir el sedentarismo, una de las principales causas de una vejez problemática y asistida.
Incorporar caminatas a buen ritmo en la vida cotidiana puede generar cambios notables en la salud. Sin embargo, es importante diferenciar entre una simple caminata y un "paseo". La caminata como ejercicio requiere una técnica específica para maximizar sus beneficios:
- Postura Correcta: La cabeza debe estar alta y la mirada al frente, nunca hacia el suelo.
- Relajación: El cuello, los hombros y la espalda deben permanecer libres de tensión.
- Movimiento: Los pasos deben ser coordinados y decididos, permitiendo que los brazos se balanceen suavemente.
Realizada de esta manera, la caminata ayuda a mejorar la flexibilidad de las piernas, aumenta la fuerza y la resistencia a la fatiga, y es un excelente quemador de calorías. Además, es una estrategia útil para prevenir el inicio de la diabetes, reducir el dolor muscular y de las articulaciones con artrosis, y reforzar los huesos, previniendo la osteoporosis. Sumado a todo esto, ayuda a liberar tensión, reducir el estrés, mejorar el estreñimiento e incluso contribuir a un mejor descanso.
La clave después de los 60
Aunque caminar constituye una base de ejercicio excelente, los expertos de Harvard señalan que otro tipo de actividad se vuelve absolutamente fundamental, especialmente a partir de los 60 años: el entrenamiento de fuerza (o con pesas).
Con el paso del tiempo, los músculos cambian y se debilitan (un fenómeno estrechamente ligado al sedentarismo), un proceso que también afecta la salud ósea. Esta pérdida de masa muscular y ósea es particularmente relevante en el caso de las mujeres debido a los efectos de la menopausia.
Una investigación de la Universidad de Copenhague, cuyos hallazgos fueron publicados en la revista American Journal of Physiology, arrojó luz sobre la importancia de este tipo de ejercicio a esta edad. El estudio demostró que el entrenamiento con pesas tiene un beneficio extraordinario: puede fortalecer las conexiones entre los nervios y los músculos.
Este fortalecimiento es vital, ya que protege las neuronas motoras en la médula espinal, un componente esencial para el correcto funcionamiento de todo el organismo.
“Hasta ahora, los investigadores no habían podido demostrar que el entrenamiento con pesas pudiera fortalecer la conexión entre las neuronas motoras y los músculos”, reveló Casper Søndenbroe, uno de los autores de la investigación. “Nuestro estudio es el primero en presentar hallazgos que sugieren que este es efectivamente el caso”, concluyó el experto, haciendo hincapié en que incorporar rutinas de fuerza es el mejor camino para contrarrestar la debilidad muscular y asegurar una vejez más activa y autónoma.