La desaparición de Sergio Gabriel Vaca, un argentino que trabajaba en un supuesto templo budista en Laos, adquirió en las últimas horas una dimensión internacional. Interpol emitió este martes una alerta amarilla para activar su búsqueda en las fronteras de todos los países miembro, tres años después de que se perdiera todo rastro suyo en el sudeste asiático.

El caso está cargado de incógnitas. Vaca, nacido el 14 de octubre de 1970 en Córdoba, vivía desde hacía más de diez años en Valencia, España. En julio de 2022 emprendió un viaje a Asia y su último contacto con su familia fue un correo enviado en noviembre de ese año, donde aseguraba que trabajaba en un monasterio budista a unos 50 kilómetros del límite con China. Desde entonces, no volvió a dar señales de vida.

La alerta de Interpol -solicitada por la Oficina Central Nacional de Interpol Argentina- busca “dar visibilidad internacional, alertar a los funcionarios de fronteras sobre la identidad de la persona desaparecida y facilitar el intercambio de información esencial para la investigación”. Publicada ya en la base de datos del organismo, detalla los rasgos físicos del cordobés: 1,80 metros de altura, alrededor de 80 kilos, ojos oscuros y cabello canoso, que podría estar rapado o largo. La desaparición quedó registrada el 15 de julio de 2022, cuando Vaca tenía 51 años.

Mientras tanto, las líneas de investigación continúan ampliándose. Según fuentes vinculadas al caso, ya se estableció contacto con autoridades españolas para confirmar si Vaca había regresado, pero no se detectaron movimientos suyos en ese país. Ahora, la cooperación se centra en países asiáticos, especialmente Laos y China, que serían los últimos destinos posibles antes de su desaparición.

La hija del argentino, Eliana, hoy radicada en Brasil, reconstruyó su desesperada búsqueda. “Mi papá está desaparecido. Vivía en Valencia hasta julio del 2022. Ese mismo año se fue a Asia. Su último mail fue en noviembre de 2022, donde decía que se encontraba en un monasterio budista en Laos y que volvería en un año. Desde entonces no ha dado señales de vida”, contó en diálogo con Infobae.

Según relató, la familia mantuvo siempre una comunicación fluida con Vaca pese a la distancia. Por eso, sus mensajes previos al silencio llamaron la atención: “En el último mail él relataba que había conseguido trabajo en un monasterio budista a cincuenta kilómetros del límite con China. Esas fueron sus coordenadas. Para nosotros fue un cambio muy extraño, pero al mismo tiempo lo respetamos”.

Pero con el paso de los meses, las inconsistencias comenzaron a acumularse. “Él dijo que necesitaba paz, que estaba en un monasterio y que en un año volvía. Perfecto. Pero cuando superé una situación personal, me sorprendió no tener noticias. Sentía algo que me decía: ‘Buscalo’, y empecé a preguntar en grupos de argentinos en Tailandia, Vietnam, Camboya, Laos... La primera alerta fue que en ese supuesto lugar donde él decía que estaba no existen monasterios budistas”, relató.

La segunda señal de alarma fue aún más contundente: “En los monasterios en Asia no aceptan extranjeros como intérpretes para trabajar ahí”. Fue entonces cuando decidió realizar la denuncia ante Cancillería y, posteriormente, ante Interpol.

Las últimas comunicaciones también dejaron dudas técnicas. Como Vaca ya no usaba WhatsApp ni Instagram, se comunicaba por mail. “Los mails tienen IP, pero es lo más difícil de rastrear. Eso también fue extraño”, explicó. Aunque las últimas palabras escritas describían detalles íntimos y un estado emocional que la familia reconoce como propio de él, el correo dejó de existir poco después. “Intentamos comunicarnos a ese mail y ya no existía, nos daba error. Le seguí mandando mensajes y no llegaban. Le mandé a otro mail y tampoco”, aseguró.