Era el viernes 16 de abril de 1937. Tucumán estaba entusiasmado por la visita del presidente Agustín P. Justo. En medio de la recepción en la estación de trenes, un niño de guardapolvo se abrió paso entre la multitud y sin arredrarse ante los policías de custodia, con firme resolución, le entregó al mandatario un ramo de flores y una carta cuando éste se encontraba en el auto junto al gobernador Miguel M. Campero.
LA GACETA habló después con el chico:
-¿Cómo te llamas?
- Eduardo Carlos José Menghi.
- ¿Edad?
- Doce años.
Le miramos. Vestía con delantal blanco, algo raído. Su traza era humilde. Sobre la altura del delantal lucía una cinta con los colores patrios, que terminaba en una medalla, con el escudo nacional, un premio escolar, tal vez. Se había querido engalanar en esta forma para demostrar su patriotismo infantil al primer patriota de la Nación.
- ¿A qué escuela perteneces?
- A la “Manuel Belgrano”.
-¿Qué dice la carta?
El niño nos miró y respondió con entereza:
-Quiero que el Presidente sepa que mi madre es viuda y es pobre; que en casa no tenemos recursos de ninguna clase.
Recuerdos fotográficos: 1937. Las suites para el presidente Justo en la Casa de Gobierno-¿Cómo se llama tu mamá?
-Pastora O. viuda de Menghi.
-¿Qué le has pedido al Presidente?
- Yo, nada; lo que él quiera, para mi madre. Yo solo quiero estudiar y ser algo.
Y el niño nos deja, confundiéndose con la muchedumbre.
No sabemos qué le deparó el destino a ese chico, que, si viviera, hoy tendría 100 años.
La nota se titulaba “Un niño hombre”.