El politólogo Gabriel Garat analizó este martes el nuevo mapa de poder que se abrió tras el crecimiento legislativo de La Libertad Avanza y advirtió que el reparto de recursos federales ingresó en una etapa inédita. 

“El Congreso viene siendo desde que Javier Milei asumió el centro donde se dirimen todas las disputas políticas porque hay una competencia feroz por los recursos”, señaló durante una charla con LA GACETA. 

Y explicó que esa puja se da en un sistema constitucional “incompleto”, que nunca logró sancionar una ley de coparticipación federal actualizada, lo que dejó al país funcionando hace décadas a fuerza de parches, ATN y fondos discrecionales.

Para Garat, el elemento verdaderamente novedoso del escenario actual es que “la lapicera” del reparto no está en manos de ningún gobernador aliado. “Milei no tiene intenciones, en principio, de favorecer a ningún gobernador, porque ningún gobernador es propio”, sostuvo. 

Esa dinámica habilita un nuevo juego: mandatarios que entienden el clima político –como Jaldo, Jalil o Zamora– podrían optar por negociar individualmente, sin paraguas nacional, para obtener mejores resultados para sus provincias. “Si voy por la mía, tengo un margen más grande para conseguir recursos”, sintetizó.

El politólogo remarcó que la estrategia del Gobierno nacional también apunta a rediseñar la arquitectura del Congreso: dinamitar bloques dialoguistas, promover bancadas provinciales más permeables y sumar diputados a su órbita. 

“De una hiperminoría llegaron a una estabilidad política y ahora empieza otra etapa, donde con 20 senadores y más de 90 diputados pueden construir un verdadero oficialismo”, dijo.

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Sobre la relación Nación–provincias, Garat deslizó que, más allá del reparto de fondos, la moneda de cambio puede ser la no intromisión electoral. “No te presento candidato, te dejo armar tu provincia, pero en la Nación competimos”, explicó. 

En ese marco, evaluó que la postura de Tucumán frente al Gobierno nacional es “edulcorada” en comparación con disputas previas. “Puede haber algún pacto tácito o no tácito, eso solo lo saben los actores”, apuntó.

Garat también analizó el tránsito discursivo del presidente. “Tras el 26 de octubre Milei inaugura su etapa reformista. Y un reformista hace que las reformas pasen, para lo cual a veces habrá que ceder”, observó, aludiendo a la influencia creciente de la llamada “doctrina Karina” en la negociación política.

Al describir la narrativa libertaria, el politólogo sostuvo que no se trata de una invención total, sino de “una mezcla particular”: elementos de Bukele, Trump, Bolsonaro y de los modelos identitarios de otras fuerzas argentinas. “Es un desorden organizado, un shock de dopamina: como un TikTok donde pasan muchas cosas y nadie sabe dónde mirar. Mientras los demás intentan acomodarse, el mileísmo domina la agenda”, concluyó.