La regla que más enoja, confunde y divide al fútbol podría estar cerca de una revolución. La International Football Association Board (IFAB) volvió a poner en debate la modificación del offside impulsada por Arsène Wenger, una iniciativa que estuvo archivada durante dos años y que ahora recupera fuerza con la posibilidad de votarse en marzo de 2026. De aprobarse, la nueva norma podría aplicarse por primera vez en el próximo Mundial y cambiar de raíz la manera de atacar, defender y analizar el juego.
Hoy el reglamento considera adelantado a un jugador si su cabeza, tronco o piernas, total o parcialmente, están más cerca del arco rival que el penúltimo defensor. Es suficiente que un milímetro del hombro o del pie habilitable quede por delante para que el VAR anule una jugada. Esa precisión extrema, celebrada por algunos y detestada por muchos, se transformó en una de las mayores fuentes de polémica del fútbol.
La “Ley Wenger” propone exactamente lo contrario: que un atacante solo sea sancionado si todo su cuerpo está por delante del penúltimo defensor. Es decir, si alguna parte con la que puede jugar la pelota (un pie, la cabeza, el hombro) está en la misma línea o detrás del rival, la acción será válida. En un deporte en el que decenas de goles se anulan por diferencias imperceptibles, el impacto sería enorme porque habría más anotaciones, más fluidez y menos interrupciones.
El origen del proyecto está en una idea clara del propio Wenger. “El fútbol debe ser un juego de movimiento, no de geometría”, afirmó. Para el francés, la tecnología llevó al reglamento a un lugar donde el espíritu ofensivo quedó condicionado por líneas digitales que miden fracciones de segundo y de centímetro. Con el VAR y el sistema semiautomático detectando offsides imposibles de ver para el ojo humano, la sensación de injusticia se volvió cotidiana, incluso cuando la decisión es correcta según el reglamento vigente.
Gianni Infantino, presidente de la FIFA, respaldó públicamente el estudio de la modificación. “Queremos que el fútbol sea cada día más ofensivo”, aseguró al referirse al regreso de esta propuesta al centro del debate. Se trata de recuperar un juego menos detenido, más natural y más atractivo para el público.
La regla ya tuvo pruebas reales en torneos juveniles de Suecia, Italia y Países Bajos, tanto masculinos como femeninos. Los resultados fueron alentadores, aumentó más del 10% la cantidad de goles y se redujeron notablemente los tiempos de revisión del VAR. Si bien se trata de competiciones menores, esos datos empujaron a la IFAB a reactivar una discusión que parecía olvidada.
La votación se realizará el 1 de marzo de 2026 y necesitará seis votos afirmativos para aprobarse. Participarán representantes de la FIFA, la UEFA y las asociaciones británicas, que históricamente tienen peso decisivo en las reformas del reglamento. Por ahora no hay un consenso cerrado y ese es el principal interrogante. La propuesta genera entusiasmo, pero también resistencias, especialmente entre quienes temen un desequilibrio excesivo a favor del ataque.
La idea no es nueva. Wenger la presentó en 2020, pero encontró obstáculos técnicos y políticos. Los sistemas del VAR deberían reprogramarse, los algoritmos del offside semiautomático tendrían que adaptarse y muchos referentes del fútbol consideraban que el cambio era demasiado abrupto. Esa resistencia explica por qué la propuesta quedó congelada hasta ahora, cuando volvió a escena en un contexto donde los fanáticos reclaman un juego menos burocrático y más dinámico.
Sin embargo, su impacto sería tan profundo que ya se analizan ejemplos recientes. En el Mundial de Catar 2022, Argentina habría terminado el primer tiempo contra Arabia Saudita con cuatro goles, ya que los tantos anulados a Lionel Messi y Lautaro Martínez habrían sido convalidados bajo esta nueva lectura. Ese es apenas un caso, pero sirve para dimensionar lo que significaría jugar con una interpretación completamente distinta del fuera de juego.
El fútbol podría estar a las puertas de uno de los cambios reglamentarios más trascendentes de las últimas décadas. La pelota ahora queda en manos de la IFAB. Si la reforma avanza, el juego será otro. Y habrá que estar atentos para que la noticia no sorprenda a nadie… adelantado.