Lionel Messi volvió a demostrar por qué cada final necesita un toque de su magia. En la MLS Cup entre Inter Miami y Vancouver Whitecaps, el argentino fue protagonista excluyente: inició la jugada del 1-0, generó la recuperación clave del 2-1 y cerró su función con otra asistencia en el 3-1 que sentenció el título.

El partido apenas comenzaba cuando Leo, parado por la derecha en mitad de cancha, recibió la pelota y activó a pura calidad. Dejó atrás a Laborda, Ahmed y Berhalter con movimientos cortos y lectura instantánea, soltó el balón hacia Rodrigo De Paul, quien continuó con Allende, y el chileno mandó el centro hacia Silvetti. En el intento de rechazar, Ocampo terminó empujando la pelota contra su propio arco. Takaoka quedó inmóvil; Ocampo pidió offside y pidió disculpas en la misma acción.

Messi no se conformó. En el complemento volvió a aparecer en un momento caliente del partido. Minuto 71: presión alta, robo perfecto ante Cubas y pase filtrado quirúrgico para De Paul. El volante argentino atacó el espacio y definió cruzado para el 2-1 que volvió a poner a Inter Miami arriba en el marcador. A esa jugada le siguió otra intervención de lujo cerca del final, cuando Leo asistió en el 3-1 definitivo, coronando una noche en la que fue cerebro, motor y generador de todo lo importante.

Messi en modo MLS Cup

La final encontró a Messi en su versión más completa: conducción, desequilibrio, visión y una capacidad única para influir en cada tramo del partido. En una definición donde Inter Miami necesitaba jerarquía, el 10 respondió como siempre: con magia.