El papa Francisco fue el precursor de lo inesperado. Fue el primero en muchas cosas: el primer Papa jesuita, el primer Papa latinoamericano y el primero de las Américas. El primer Papa no europeo en más de 1000 años y, probablemente, el primer Papa patovica de boliche. Mucho antes de investirse del máximo poder de la Iglesia Católica y previo incluso a unirse al clero, el Santo Padre también influía en la vida de cientos de personas, decidiendo a quién dar entrada al boliche. Y parece que la vida nocturna de Bergoglio no terminó con su llegada al Vaticano. En el que sería su cumpleaños número 89, recordamos cuáles fueron esos detalles fuera de la vida eclesiástica que también lo hicieron un Papa fascinante.

Cartas de lectores: Homenaje al papa Francisco

El desempeño de Francisco como Papa tuvo la celebración que un hombre capaz de reformar los valores más tradicionales de la Iglesia Católica merecía. Capaz de tocar los corazones, el primer Papa argentino cambió para siempre los paradigmas de una de las instituciones más antiguas del mundo. Pero mucho antes de transformar la realidad desde un microestado enclavado en Roma, Francisco ya hacía historia desde la Argentina.

Sus pasatiempos como Jorge Mario Bergoglio eran parecidos a los de un argentino promedio. Le encantaba el fútbol —aunque era patadura— y era devoto de San Lorenzo. Sus aficiones eran bailar tango, milonga y salir a apoyar al club local. Cuando era más joven, desempeñó trabajos de limpieza en una fábrica de medias en la que su padre era contador. También se sabía que entre los 14 y los 19 años había trabajado en un laboratorio químico. Pero el antecedente más inesperado fue su vida como seguridad de un boliche.

El trabajo de buttafuori

El rumor circulaba en Internet, pero no había confirmación oficial. Muchos otros habrán descreído de la vida nocturna de Bergoglio. Pero el difunto Papa se encargó de confirmarlo en una charla informal con fieles de la iglesia de San Cirilo Alejandrino, en la periferia este de Roma, donde celebró misa y confirmó a nueve jóvenes. En ese momento, tal como reveló L'Osservatore Romano en una nota titulada "Una visita fuera de los esquemas", Jorge Bergoglio también dialogó con parroquianos y respondió algunas preguntas sobre su vida.

En esa charla recordó que fue maestro de literatura y psicología (en el Colegio de la Inmaculada Concepción de Santa Fe) y, para sorpresa de todos, reveló que antes había trabajado como buttafuori —es decir, un patovica que cuida la entrada de una discoteca o boliche—, sin especificar dónde ni cuándo. Esas experiencias, según contó, le sirvieron para entender cómo se podía alentar a regresar a la Iglesia a quienes se habían alejado.

"Como dice San Pedro, hay que estar siempre preparado para dar una explicación a cualquiera que te pregunte por una razón para tener esperanza", explicó el Pontífice.

Las salidas nunca confirmadas por Roma

Hubo otras especulaciones de la vida nocturna de Francisco que quedaron sin oficializar. Si la noticia del Papa como patovica ya escandalizaba por su extrañeza en un Sumo Pontífice, es porque todavía no habían llegado a los oídos las escapadas a altas horas de la noche de la máxima autoridad de la Iglesia Católica.

El Papa salía por las noches, esta vez no para cuidar la puerta de un club nocturno en Buenos Aires, sino para prestar atención a los pobres de Roma. Esta fue la versión que afirmó una nota de The Huffington Post en la que se citaba a una fuente vaticana para confirmar que, de vez en cuando, Francisco se vestía de sacerdote para salir de incógnito por Roma a dar limosnas a los necesitados de la capital italiana.

El rumor empezó a correr a inicios de su pontificado, después de las declaraciones del arzobispo polaco Konrad Krajewski, el "limosnero del Papa"; es decir, la persona que asignaba parte de la riqueza de la Santa Sede a los que más la necesitan.

En una entrevista, Krajewski dijo: "Cuando le digo ‘voy a salir a la ciudad esta noche’, existe el riesgo constante de que venga conmigo". Cuando se le preguntó específicamente si eso había sucedido alguna vez, el arzobispo simplemente sonrió con cierta picardía, lo cual despertó la duda. A partir de esta situación, una fuente bien informada de Roma admitió al diario estadounidense que "los guardias suizos confirmaron que el Papa se aventuró a salir por la noche, vestido como un sacerdote regular, para reunirse con hombres y mujeres sin hogar".