WASHINGTON - Al líder de la red Al Qaeda, Osama bin Laden, le llegó el fin de forma inesperada, pero la acción había sido preparada con la mayor minuciosidad. Un auténtico thriller que pone fin a una larga persecución.
Durante años, unidades especiales le siguieron la pista, pero finalmente fue una acción relámpago de apenas 40 minutos la que puso fin a su vida, tras un meticuloso trabajo de fondo de distintos servicios secretos estadounidenses, indicios arrojados por presos sospechados de terrorismo y confidentes del propio Bin Laden que, sin saberlo, pusieron sobre la pista correcta a sus perseguidores.
Tras intensos preparativos de una "operación compleja y especialmente peligrosa", comenzó el ataque del comando de élite estadounidense Navy Seals. Llegaron con dos helicópteros y Bin Laden se defendió. En el intercambio de disparos murieron, según cree Estados Unidos, el hijo de Bin Laden y dos de sus hermanos que habían trabajado para él como correos. Varias mujeres y niños se vieron inmersos en el tiroteo. El comando perdió uno de sus helicópteros.
La operación comando había sido preparada durante mucho tiempo. Desde que Bin Laden fue identificado como una amenaza, la CIA reunió sistemáticamente información sobre el círculo cercano en torno a los líderes terroristas, contaron funcionarios en Washington bajo condición de anonimato, incluso antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Los capturados en la época posterior delataron a personas que al parecer apoyaron a Bin Laden y su segundo, Aiman al Zawahiri, tras huir a Afganistán.
Un mensajero de Bin Laden despertó especial interés. Los presos lo identificaron como un protegido de Jalid Sheij Mohammed, el cerebro de los atentados a las Torres Gemelas, y como de los pocos en los que confiaba el líder muerto. Además, indicaron que vivía con él, que también era su guardaespaldas, y suministraron un nombre, pero era un seudónimo.
En agosto pasado fue hallado el supuesto refugio de Bin Laden en un lugar en un barrio de Abbottabad (50 kilómetros al norte de Islamabad). "Estábamos conmocionados por lo que vimos, un extraordinario complejo", contó un funcionario del Gobierno. Se trataba de varios edificios en un gran terreno, construidos expresamente hace seis años según cree el servicio secreto. Las medidas de seguridad eran enormes, con un muro de cinco metros con alambres que lo rodeaban y el acceso limitado a dos puertas muy vigiladas. Y sus habitantes quemaban la basura, supuestamente para no dejar pistas. El principal edificio del complejo, valuado en U$S 1 millón, tenía tres plantas y unas pocas ventanas.
Después descubrieron que además de la familia del supuesto mensajero vivía allí otra que se correspondía con la del saudí. "Nuestro mejor cálculo sobre la base de muchos informes de diversas fuentes, fue que Bin Laden vivía allí con varios miembros de su grupo, entre ellos su mujer más joven", señaló la fuente. Todo cuadraba. Y entonces, llegó la luz verde para la operación especial.