WASHINGTON, Estados Unidos.- El debate sobre el uso de la tortura se abrió nuevamente luego de que las autoridades de Estados Unidos reconocieran que la pista clave para localizar a Osama Bin Laden fue obtenida luego de someter a estas técnicas a un detenido en Guantánamo.
Se trata de Khalid Sheik Mohamed, el supuesto cerebro operativo de los ataques del 11 de septiembre, que había sido capturado en 2003. El terrorista fue sometido 183 veces a la conocida como tortura de la bañera ("waterboarding"). Las sesiones extenuantes de inmersiones en agua para que confesara se le practicaron en una prisión secreta de la CIA en Polonia, en 2003, informó el diario español "El Mundo".
Pese a todo, Sheik Mohamed no confesó mediante la polémica técnica de asfixia simulada. Lo hizo dos años después, durante un interrogatorio convencional. Entonces, dio a los investigadores el nombre de un correo de Bin Laden, Abu Ahmad Al-Kuwaiti. A partir de allí, Estados Unidos colmó Pakistán de agentes secretos buscando un rastro de él, que los llevaría a la guarida del hombre más buscado del mundo.
El ex presidente George Bush y muchos conservadores argumentaron durante años que la fuerza era necesaria para persuadir a los miembros de Al Qaeda a hablar. Por otro lado, defensores de derechos humanos y el propio Barack Obama durante su campaña electoral intentó erradicar estas tácticas argumentando que suponen una traición a los principios americanos.
En abril de 2009, el mandatario de Estados Unidos publicó cuatro informes secretos, a petición de un tribunal de California, que detallaban cómo el anterior Gobierno dio luz verde a la CIA para poner en práctica técnicas de interrogación consideradas ahora tortura, entre ellas, la de la asfixia simulada. El entonces director de la CIA, Michael Hayden, acusó al presidente de haber comprometido la seguridad nacional al haber autorizado su publicación. (Especial)