Eran 14 personas reunidas alrededor de una mesa, en una pequeña habitación donde sólo seis estaban sentados. Sus miradas estaban dirigidas a un mismo punto, fuera del foco de la cámara que registra la imagen. Dos rostros sobresalían: los de Barack Obama concentrado y Hillary Clinton, con una mano tapando su boca y rastros de angustia en su expresión.
La foto es la única que trascendió, hasta el momento, del instante crucial donde la cúpula del poder de los Estados Unidos seguía el ataque de sus tropas al bunker de Osama bin Laden en Pakistán, y que culminó con su muerte. Supuestamente, según el relato oficial, estaban viendo los hechos en vivo y en directo.
Sin embargo, en la reproducción no está presente el objeto de tanta atención: la figura de Bin Laden, las distintas etapas de la Operación Gerónimo, el disparo mortal y el destino de sus restos (lanzados al mar, luego de un ritual musulmán, según EE.UU.) están fuera de la vista del resto del mundo, y reservadas en exclusividad a un puñado de expertos militares del Pentágono o políticos de alta responsabilidad.
Las dudas acerca del hecho y de las condiciones en que se produjo se multiplican en todo el mundo. Incluso, son muchos los que descreen del asesinato del creador de Al Qaeda; la mayoría de ellos no comulga con su ideología y menos con su práctica terrorista. De nada sirvieron los discursos públicos (empezando por el propio Obama) o las afirmaciones de que hay pruebas contundentes de ADN (ver infografía adjunta) con muestras extraídas del cadáver del saudí y comparadas con las de una hermana fallecida en los Estados Unidos. Pese a la ciencia, las suspicacias persisten. "Vivimos bajo el imperio de la noticia deseada. Aquella en la que la opinión pública quiere creer", aseveró el filósofo y periodista Miguel Wiñazki en un libro titulado, precisamente, La Noticia Deseada. "El montaje de la noticia no es un proceso generado sólo por los medios que la emiten, sino también por las audiencias que la desean", agregó en la introducción de su estudio.
Wiñazki se detuvo especialmente en el suicidio de Alfredo Yabrán, un episodio con puntos de contacto lejanos con el actual. "Yabrán vivo es la noticia deseada. El suicidio fue la noticia inconcebible. ?Los poderosos no se suicidan?, supone la construcción de la opinión pública. Y la suposición es más fuerte que la información", sostuvo. Se apoyó en cuatro encuestas de la época que marcaban que entre el 50% y el 27% de los consultados creía en la versión oficial de la muerte del empresario postal. El resto sostenía que estaba vivo.
La ausencia de una imagen que despeje las reservas se potencia en cada aparición de un funcionario norteamericano, ante las preguntas de la prensa. Ayer, Obama cerró el camino a su difusión, según el canal CBS, al que le dio una entrevista exclusiva. "Para nosotros es importante asegurarnos que unas fotos muy gráficas de alguien que sufrió un disparo en la cabeza no estén circulando por allí como una incitación a violencia adicional o como una herramienta de propaganda", le dijo el Presidente al programa 60 Minutes, cuya transcripción leyó el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, antes de que sea emitido, por la trascendencia que tiene este asunto. "La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma (...). Esta manera de mirar moderna es ver fragmentos. Se tiene la impresión de que la realidad es en esencia ilimitada y el conocimiento no tiene fin. (...) Las imágenes son la entrada principal a realidades de las que no tenemos vivencia directa", escribió Susan Sontag, autora de Sobre la Fotografía. La escritora y pensadora norteamericana advirtió: "debe haber imágenes para que algo se convierta en real". "Las fotografías identifican acontecimientos, les confieren importancia y los vuelven memorables. La realidad es sobre todo apariencia, la cual resulta siempre cambiante, y una fotografía lo registra", aseveró.