El día que una estatua está terminada, su vida, en cierto sentido, empieza. Así lo postuló Marguerite Yourcenar en su famoso libro de ensayos "El tiempo, gran escultor". Y en cierta medida tenía razón. Que lo diga sino Mariela Martin, cuyo amor por el arte la ha llevado a concebir esculturas que nacieron literalmente de un bloque de mármol y que ahora tienen vida propia. Una de ellas, incluso, ganó un premio en un salón en Buenos Aires. "En esa piedra está todo: alegría, ansiedad, desafío, paz, violencia, sufrimiento, dulzura, hastío, pasión y libertad", afirma la artista.
Martin es una de las pocas artistas que eligió el camino de la escultura clásica. De hecho trabaja usando las mismas técnicas que utilizaba Lola Mora o los escultores clásicos, desbastando la piedra a fuerza de golpes certeros con el cincel y la maza. "Siempre me gustó la escultura. Aunque mi formación profesional se orientó a la publicidad, no quise dejar de lado mi veta artística", manifiesta. Por eso, un buen día, ya en Tucumán -Martin nació en Santa Fe y estudió en Buenos Aires y en España- decidió inscribirse en la Escuela de Bellas Artes de la UNT. "Aprendí muchas técnicas. Pero, en mi corazón, no dejaban de rondar esas ganas de esculpir el mármol bruto. El tema es que en Tucumán no había posibilidad de aprender por una cuestión de costos", explica.
Un buen día un conocido le dijo que probara suerte en el taller del italiano Orio Dal Porto, que está en Buenos Aires. "Fui, me contacté con él y, para mi asombro, me aceptó como alumna. Viajo una vez al mes para aprender y practicar en jornadas intensivas", destaca.
Un trabajo arduo
Esculpir sobre mármol no es una tarea sencilla. Según Martin, el primer obstáculo es conseguir el material. "A mí me gusta trabajar el mármol de Carrara, lo cual representa de por sí un escollo, porque hay que traerlo de Europa y, por supuesto, el bloque bruto cuesta una fortuna. En el taller nos juntamos entre varios estudiantes para comprar las piezas. La otra opción es buscar alguna piedra que sí se encuentre en la Argentina, como el granito", detalla.
Una vez que el bloque de piedra está frente al artista, empieza la etapa de visualización de la obra. Primero hay que analizar cómo la figura concebida cabe en la piedra o qué datos de la piedra sugiere una nueva forma. Se toman medidas, se toma distancia, se dibuja? "Después la limpio, la acaricio y un día, no cualquier día, tomo coraje y decido intervenir en ella", agrega Martin.
Es en esta etapa cuando sobreviene el trabajo arduo: el desbastado. "La primera tarea de desbaste en el mármol es brutal. A punta y maza van saltando las partes, y la piedra blanca en contacto con el aire, al respirar por primera vez, toma un color blanco grisáceo. Hay que tratarla con suavidad y al mismo tiempo con firmeza. Cada golpe es un estallido interno de unos tres o cinco milímetros. Hasta mis manos han ido cambiando de forma", asegura la artista. En cuanto a las herramientas utilizadas, básicamente son las mismas que usaban Miguel Angel o los escultores clásicos.
"No hay muchos avances. Tal vez el martillo neumático, pero aun ese instrumento ya era utilizado por Lola Mora. Claro que hay máquinas pulidoras y cortadoras de rayos láser que pueden ahorrar mucho esfuerzo. Pero la tarea creativa, esa que lleva a golpear la piedra hasta extraer de ella una imagen, es básicamente la misma", señala.
Así concibió su obra "Hacia el futuro", realizada en mármol de Carrara, seleccionada para participar del 76º Salón de Otoño de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos, que se realizó en Buenos Aires.
"Me dio mucha satisfacción ese premio, porque significa que voy por buen camino -comentó-. Por supuesto que aún me falta mucho por aprender. El universo del artista es realmente inconmensurable".