Escribo desde el tormentoso dolor causado por quienes me despojaron de la vida de uno de mis hijos.
Expreso lo que puede expresar cualquier padre, torturado por los recuerdos, por las ausencias, por las ideas.
Y me atormento por el futuro: de mis parientes, de mis otros hijos, de mis amigos, de los que aprecio y hasta de los que no conozco, pero que existen y son hombres de bien.
Mi nombre es Walter Sénneke y soy el orgulloso padre de Mauro Iván, un niño/hombre que como todos ustedes sabrán, a la edad de 19 años, fue cobardemente asesinado por la indiferencia y la injusticia, el día 11/11/11. Ese día yo asistí al comienzo del fin del mundo? "Mi mundo".
Y cualquiera podría decirme que estoy equivocado, que el asesino tiene nombre y apellido. Y aunque eso es real, mi hijo fue asesinado por la indiferencia y la injusticia.
Desde que tengo uso de razón, sostuve e inculqué que uno debe tener un ideal que diera sentido a la vida. Enseñé que los sueños deben seguirse, pelearse y buscarse. Que los caminos de la decencia y la honestidad son largos y empinados, pero que la recompensa al final siempre llega? Estas premisas y otras muy parecidas fueron siempre lo que les transmití y aún transmito a mis hijos.
Imagínense cómo hago para sostener estos conceptos con los sobrevivientes , puesto que a la luz de los hechos todos estamos indefensos? Y digo esto, porque tengo la sensación de que el problema no son los malos exclusivamente.
¿Quién puede explicarme a mí y a ustedes, cómo es que cuatro individuos con frondosos prontuarios siguen delinquiendo y haciendo con nuestras vidas su juego y su "daño colateral"? ¿Por qué mi respeto a las leyes y a las buenas costumbres "cuestan la vida de los que amo"?
Este problema no se corrige, desde mi punto de vista, con mayor cantidad de efectivos o con mayor inversión en seguridad. Obviamente que una mayor logística nos daría mejores resultados; pero esto se soluciona con "compromiso y apego a la vida", "con el conocimiento y aplicación de la ley y el derecho"; y fundamentalmente, con "el respeto y la unión en búsqueda del bien común". Y saben por qué? Porque cuando jóvenes como el mío pasan a engrosar las estadísticas negativas, descubro que los malos están mejor asesorados y más considerados.
Como dice un refrán: "la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer?"
Es el momento de revisar nuestros desaciertos como sociedad, como individuos; de lo contrario muchos más seguiremos quedando en el camino y en el olvido.
Cada uno de nosotros es dueño de elegir cuál película quiere ver, pero hay que pagar la entrada.
Lamento con toda mi alma si mi sinceridad y mi ignorancia han herido intereses de terceros, pero esta es mi forma de vivir y me hago cargo de cualquier aclaración ante quien la solicite.