La finalización transitoria del período de lluvias en Tucumán insufló nuevos bríos a una zafra azucarera que se presenta disminuida desde el vamos, ante la certeza de que la producción de azúcar será notablemente inferior a lo que podría esperarse, y porque las empresas del sector volvieron a mostrar incapacidad para lograr un manejo adecuado del negocio sucroalcoholero.
Las autoridades del ingenio La Florida finalmente lograron su propósito de iniciar una molienda temprana, y ayer pusieron en marcha los trapiches de esta fábrica, con la consigna de que es necesario producir azúcar y alcohol cuanto antes. Aclararon, por las dudas, que no pretenden inundar el mercado interno con azúcar blanco, sino que se elaborarán crudos para exportación y alcohol. La premura de comenzar pronto la molienda se asienta en idea de que este año habrá una especie de "guerra por la caña", debido a los daños que la sequía registrada entre octubre y marzo últimos provocó en el cultivo.
El año pasado, la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) pronosticó que Tucumán podía obtener un volumen máximo de 1,574 millón de toneladas de azúcar, y en 2009 había estimado que se podía elaborar hasta 1,59 millón de toneladas. O sea, valores muy superiores al 1,1 millón de toneladas que estimó para la presente temporada el titular del ingenio La Florida, Jorge Rocchia Ferro, sólo computando las pérdidas por la sequía, y sin siquiera considerar la posibilidad de heladas, que cada año diezman la producción de caña. En la campaña 2011, las pérdidas por temperaturas inferiores al cero grado centígrado fueron nada menos que de 375.000 toneladas de azúcar, o sea que si este año se conjugaran ambos fenómenos climáticos, podríamos estar frente a una zafra con volúmenes similares a los de mediados de los 90 hacia atrás, cuando Tucumán producía entre 600.000 y 800.000 toneladas de azúcar. En cualquier caso, un bajón tan pronunciado de la oferta perjudicará a todos los azucareros en general, en especial a aquellos con menos recursos, como siempre ocurre. En este posible escenario, los precios se dispararían, pero sólo servirían para compensar las pérdidas productivas, o para que no sea tan duro el quebranto. El problema es que los azucareros vienen sacrificando ganancias hace varios meses y para muchos las arcas están vacías y las deudas, en crecimiento.
El inconveniente más grave de la mala política que llevaron adelante las principales empresas azucareras de la Argentina en la última temporada es que "sacrificaron" un muy buen precio mayorista al que el azúcar había alcanzado no sin esfuerzo. Para alcanzar los $ 230 a que se llegó a vender la bolsa de 50 kilos del producto el año pasado, el sector tuvo que soportar el vilipendio de los consumidores, que se quejaron hasta el hartazgo porque los precios del endulzante en las góndolas subían a la par de los valores mayoristas, y las amenazas de Guillermo Moreno. Finalmente, ambos precios se estabilizaron, pero luego de que el mercado detectara la presencia en nuestro país de 60.000 toneladas de azúcar importado de Brasil los valores mayoristas se desplomaron a $ 170 la bolsa, pero no pasó lo mismo en las bateas de los supermercados. Por lo tanto, se podría esperar que una suba de los precios mayoristas motorizada por la escasez que provocó la sequía vuelva a ser trasladada a los valores finales del producto, con lo que el sector azucarero quedaría de nuevo bajo la lupa de la Secretaría de Comercio Interior, y tal vez la historia se repetiría. Sin dudas, será necesario que las inteligencias dentro de la actividad y en el Gobierno tucumano se activen con urgencia para evitar males mayores que los que podrían sobrevenir.