El arquitecto no sólo detiene su mirada en los mínimos detalles de los edificios, que el ciudadano común casi nunca advierte. También sufre con los defectos de las construcciones -y goza de los aciertos- con mayor intensidad que aquel que no ejerce tal profesión. Así le ocurrió ayer a César Pelli, en dos dependencias de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).
Durante la siesta decidió visitar las instalaciones de la escuela Sarmiento. En especial, acercarse al famoso San Antonio, aquel Ficus Retusa que abraza con sus raíces el edificio y que es símbolo para las "sarmientinas". "Lo fui a ver; está hermoso. Mi madre hizo toda su carrera en la escuela Sarmiento: estudió y, luego, enseñó Geografía y Francés. Mi esposa también estudió ahí; y mi suegra enseñó Música. Y todas hablan y hablaban con mucho cariño del San Antonio. Yo lo conocía, porque iba a verla a mi madre; pero para mí era ir de visita; para ellas, era como un viejo amigo", contó a LA GACETA.
La hermosura del árbol contrastó con el inmueble. "A la escuela la vi muy maltratada; y hay un pedazo que lo hicieron Legislatura, ¡qué crimen!", protestó. Cuando se entera de que el Poder Legislativo devolvió el espacio agrega: "me alegro mucho; no sé cómo habrá funcionado sin ese sitio".
Horas antes, ya se había desilusionado con otra dependencia de la UNT. Al mediodía fue agasajado con un asado por la vicerrectora, Alicia Bardón, en Horco Molle. Del almuerzo participaron también las autoridades de la Facultad de Arquitectura y algunos funcionarios del rectorado, entre otros.
"Un desastre. Eran unas casas hermosas, lindísimas, muy bien diseñadas. Les han puesto unos techos horribles. Me imagino que habrán decidido ponerles techo a dos aguas de chapa para olvidarse de los problemas de agua; pero eso es una manera muy tosca, muy burda de resolver. Además, sin sensibilidad; se lo podría haber hecho mucho más elegante: están pintadas feas. Una pena, ese era un lugar idílico", se lamentó. Y cuando se refiere al pasado habla con fundamentos: "viví allí en 1960, por ocho meses; vivían muchos profesores, los chicos jugaban. Era un lugar maravilloso, hermosísimo, paradisíaco".
Lo verde en la pobreza
Pero Pelli no sólo se refirió al ámbito universitario. LA GACETA le consultó si resultaba posible pensar en el desarrollo de una "ciudad verde" en un distrito en donde gran parte de su población se encuentra insatisfecha de necesidades básicas. A su criterio, la economía no resulta una traba para el avance de un urbanismo mucho más ecológico. "Yo creo que la pobreza no limita la posibilidades de hacer una 'ciudad verde'; porque puede ser verde y barata. Sólo es cuestión de dedicarles espacio a los árboles", manifestó.