Cuenta que a sus 73 años ve el arte y la realidad desde ella misma, casi automáticamente, y reconoce que le tiene miedo a las modas. "Creo que hay mucha leyenda, mitos y demasiado dinero alrededor del arte, pero falta enseñar a mirar y enseñar a pensar el arte", sostuvo durante una entrevista con LA GACETA. Marta Zatonyi es doctora en Estética por la Universidad de la Sorbona (París). Nació en Hungría y vive en Argentina desde 1969. Es autora de decenas de textos sobre estética y arte, y en su último ensayo -"Juglares y trovadores"- escribió que el arte ayudó al hombre a hablar sobre lo prohibido, a vivir lo desconocido y a experimentar lo imposible.
Zatonyi pasó el fin de semana por Tucumán para brindar el seminario "Pensar el arte", organizado por el colectivo Dichosa Editorial. "Y a veces me sale una idea original", dice con una sonrisa.
- ¿Y por qué pensar el arte?
- Porque si no me quedo con las sensaciones. Si no se piensa el arte y solo sentimos, entonces directamente no se debería ni enseñar. Pensar el arte es ponerle palabras, transmitirlo, sea a través de la educación formal o informal. Me molesta mucho cuando alguien dice que el arte es para sentir. 'Sentir' no es una definición.
- ¿Y cómo piensa usted el arte?
- Como un invento del hombre: hecho por el hombre para el hombre, cuyo objetivo es ayudar a vivir. Octavio Paz decía: 'escribo para no morir'.
- O sea que…
- Se simboliza en el arte o a través de él las pasiones, magníficas o nefastas, lo positivo o lo negativo.
- ¿Como una terapia, entonces?
- No, no me convence la palabra terapia. Pero mire, hay géneros y géneros… En el arte existe la catarsis. La catarsis, como decía Platón, permite ver-se, ver-me, y tal vez evitar algo.
- ¿Cómo analiza el arte en estos tiempos?
- Soy muy amplia al hablar de arte. No lo limito al arte plástico. Aún más: soy incapaz de definir sus límites. El arte es una construcción. Así como nos construimos como seres culturales a través del lenguaje, también el arte se construye a través del tiempo y del espacio. En 1989 escribí un libro en el que incluí en el arte al tatuaje. Se lo suele reducir a la pintura, pero yo no estoy de acuerdo.
- Y hoy, ¿qué es el arte?
- Cada época tiene sus definiciones para el arte, pero en algo se coincide, para que se siga llamando arte a través de los siglos. Utilizaría el concepto deleuzeano de "Repetición y diferencia": hay algo que permanentemente está cambiando y se diferencia. Hoy es uno de los sistemas simbólicos; es parte de las barreras ontológicas (como la religión, la filosofía y la ciencia) que forman como un sistema defensivo del ser humano.
Cuestión de gustos
- ¿Cuál es su gusto? ¿Va a los museos?
- Insisto con el tema de la educación del arte, que me parece fundamental. Todo objeto me hace pensar, y el gusto cambia, según uno experimente con teorías y su propia experiencia. Internet está constantemente cambiando los gustos; el llamado gusto bueno es el de la hegemonía del poder. Lo que opino es que nadie puede decretar ser dueño del gusto. Sí voy al museo, pero no puedo estar más de dos horas; con los tiempos se convirtió en un acto sagrado, pero la gente se aburre en ellos.
- ¿Cómo es su trabajo?
- Por ejemplo, cuando me acerco a una pintura es para enseñarla: la deconstruyo, la analizo y la transmito. Mi placer es enseñar el arte y después escribir; publico cada dos o tres años, y en mi trabajo parto de Rembrandt o de Matisse, pero también Borges y Shakespeare. Soy de la generación que estudió Foucault, Derrida, Deleuze. Pero veo desde mi, la cocinera soy yo. Y a veces me sale alguna idea original.