EL CAIRO.- Miles de militantes oficialistas egipcios juraron ayer venganza en los funerales de dos personas muertas en los violentos choques con opositores, que tuvieron cuatro simpatizantes fallecidos. Al mismo tiempo, desde el sector enfrentado con el mandatario, Mohamed Mursi, volvieron a marchar en multitud al Palacio Presidencial para mantener su presión política.
La división entre partidarios y detractores del jefe de Estado musulmán creció aún más cuando el Presidente dio un airado discurso por televisión en la noche del jueves, en el que rechazó los reclamos de que revoque su decreto por el que amplió sus poderes y suspenda el plebiscito para aprobar una nueva Carta Magna, inspirada en la sharia (ley islámica).
En el mismo mensaje, Mursi le ofreció a laicos y a cristianos coptos abrir el diálogo, el cual fue condicionado a que cancele el referendo constitucional de dentro de una semana y a que cumpla con otras exigencias. El Frente de Salvación Nacional, que agrupa a los principales partidos y movimientos opositores, aseveró que la violencia fue producto de una "clara y flagrante instigación" de líderes musulmanes. El coordinador del grupo, Mohamed el Baradei, acusó al mandatario de "haber cerrado la puerta" y advirtió que un acercamiento "no es posible porque no está dispuesto a llegar a un compromiso".
Visiones contrapuestas
La creciente crisis política ingresó en su tercera semana, y el malestar aumenta en las calles. Cada una de las partes presenta el conflicto como una pelea a muerte por el futuro de Egipto.
La oposición acusa a Mursi, a su movimiento Hermanos Musulmanes y a los salafistas, sus aliados islamistas conservadores, de un realizar un giro autoritario para imponer su agenda al país y monopolizar el poder; por ello, lo comparan con su autocrático antecesor, Hosni Mubarak, derrocado el año pasado en la revuelta popular de la Primavera Árabe y actualmente condenado a cadena perpetua.
En la movilización de ayer a la sede presidencial volvieron a escucharse los cánticos de "ándate, ándate"; "el pueblo quiere derribar el régimen" y "estamos contra los Hermanos Musulmanes, no contra el Islam".
Desde el oficialismo contraatacaron y afirmaron que sus rivales quieren recurrir a la protesta callejera y a la violencia para derribar a un Gobierno legítimo, que llegó al poder gracias a ganar limpiamente las elecciones de mitad de año. "Egipto es islámico, no será secular, no será liberal" y "con nuestra sangre y alma, redimimos el islam", gritaron los musulmanes que se reunieron durante la ceremonia fúnebre por sus muertos, en la mezquita de Al Azhar. Además, pidieron una "limpieza de medios", ya que consideran que en las noticias se presenta siempre al islam de modo negativo. (Télam-DPA)