MOSCÚ.- Las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Rusia atraviesan uno de sus peores momentos desde el fin de la guerra fría y la caída de la Unión Soviética. Si bien se está lejos de una tensión militar, el combate se desarrolla en el campo diplomático, con sensibles diferencias que se fueron agravando sensiblemente con los levantamientos sociales de la Primavera Árabe, de 2011.
En el plano internacional, los roces actuales se evidencian en el distinto enfoque sobre la solución de la crisis siria: Rusia respalda a Bashar Al Assad y bloquea toda sanción que se impulsa en el Consejo de Seguridad de la ONU (ver "El enviado..."), y EEUU apoya a los rebeldes. Pero también los vínculos directos entre ambas naciones están resentidos, en el año en que Vladimir Putin volvió a la Presidencia en mayo y Barack Obama fue reelecto el mes pasado.
Las relaciones entre ellos nunca fueron buenas, con frecuentes críticas norteamericanas al trato que reciben los opositores rusos al Gobierno (como las condenadas tres integrantes del grupo de música punk Pussy Riot) y reacciones de Moscú. Ahora, el Senado ruso convalidó por unanimidad una ley ya votada en la Cámara Baja, para prohibir a los estadounidenses adoptar niños rusos.
La norma fue criticada por activistas de derechos humanos y opositores al Kremlin, que denuncian que los legisladores están jugando políticamente con la vida de niños.
La llamada ley Dima Yakovlev (nombre de un niño ruso que falleció en EEUU), que Putin anunció que promulgará pese a las inusuales críticas de su canciller, Sergei Lavrov, también le quitará la representación legal a algunas organizaciones no gubernamentales que cuenten con financiación estadounidense e impondrá prohibiciones de visado y congelación de bienes a estadounidenses acusados de violar los derechos de los rusos en el extranjero.
Estas medidas son la represalia moscovita al Acta Magnitsky (apellido de un abogado ruso fallecido en una prisión de su país en 2009, acusado de fraude), una ley promulgada por Obama a principios de mes, que prohíbe a los rusos acusados de violaciones a los derechos humanos entrar a EEUU y les congela todos los bienes que tengan depositados en ese país, aparte de condicionamientos al comercio bilateral. Moscú la considera un nuevo instrumento de presión política. (Especial-Reuters)