Quiso defender su casa de los ladrones, pero en cuanto puso un pie en la puerta lo golpearon tan fuerte que lo mataron. Damián Ricardo Roldán, que tenía 78 años, quedó duro en el piso mientras cuatro hombres encapuchados apuntaban con un arma a su esposa y revolvían todo. Al final, la vida del jubilado costó $ 600.
Llovía torrencialmente el martes a la noche en el sur de la provincia. El anciano dormía junto a su esposa, María Elsa Muro (74), cuando escucharon que alguien intentaba abrir la puerta de la casa, en una zona humilde conocida como Los Ríos, a dos kilómetros del centro de Aguilares.
"Había cuatro tipos encapuchados; él (Roldán) salió de la pieza con un machete, pero los tipos son más pícaros", dijo la viuda. Y contó que un golpe seco en la frente de su marido lo dejó inconsciente en el piso. "No sé si le dieron con un arma o con un fierro, no pude ver porque yo estaba adentro", aclaró.
"¿Están los dos solos?", fue lo primero que le preguntaron a María. Acto seguido, ataron al anciano con una soga y lo arrastraron hasta una habitación. "¿Cuánto cobrás?", fue la siguiente pregunta. La mujer relató que respondió: "yo no cobro nada y andá a trabajar si querés plata. Yo soy pobre, vieja y mi marido anda enfermo de los huesos". Pero de nada sirvieron sus palabras.
Los delincuentes comenzaron a revolver roperos y armarios; dieron vuelta la humilde casa. Como no encontraban dinero, tomaron un juego de sábanas que la mujer guardaba en el placard, una escopeta que pertenecía a su marido y hasta la mercadería que habían comprado para el mes. María les imploraba que, al menos, le dejaran la comida. "Dejenme un poquito para comer", repetía sin que la escucharan.
Una hora después
A las 4, cuando llevaban una hora dentro de la casa, al fin hallaron un par de billetes y se fueron. "Me han sacado $ 200 que yo tenía y $ 400 que había guardado él", contó la mujer. Conformes con el botín, huyeron hacia el monte por la parte trasera de la vivienda. "Yo estaba con la cabeza revuelta, tenía miedo y no quería salir afuera. Me decían que no grite porque me iban a matar", explicó.
Lo primero que hizo María cuando los intrusos salieron fue ir a ver a su marido. "Estaba tirado como un perro, yo lo tocaba y lo hablaba pero ya estaba helado", recordó. Quiso llamar a la Policía pero no pudo, pues también le habían robado el teléfono. Entonces caminó entre la lluvia y el barro hasta la casa de una vecina, que -según dijo- pudo comunicarse con la Policía después de una hora de intentos.
Hasta el cierre de esta edición, no había ninguna persona detenida por el robo y homicidio de Roldán. El jefe de la comisaría de Aguilares, Héctor Núñez, señaló que se encontraban investigando el hecho y que había sospechosos, pero esperaban recibir órdenes del fiscal de turno del Centro Judicial Concepción, Jorge Antonio Echayde, para tomar medidas.