CARACAS.- Nicolás Maduro irrumpe en el medio de una lluvia de papel picado, luces de colores y un show con cañones que disparan humo mientras es presentado por una estrella televisiva que abrazó la causa socialista. Ya en la tarima, comienza a escucharse la voz profunda del fallecido Hugo Chávez entonando el himno nacional de Venezuela.
Si bien el candidato oficialista a la presidencia carece de la virtuosa oratoria del carismático líder que gobernó el país por 14 años, la emotividad a flor de piel de la grey chavista le facilita las cosas para pedir que se cumpla la orden de su "padre" político: que voten por él el 14 de abril.
Replicando la energía desbordante de su ex jefe en sus mejores días, realiza hasta cinco actos por día y en todos cierra con el video del último discurso de Chávez antes de morir donde en una pantalla gigante anuncia su decisión "plena como la luna llena, total, irrevocable" de ser sucedido por Maduro.
"Le pido a nuestro comandante que me bendiga, que me ilumine, que no me deje solo en esta lucha dura", reza en los mitines, repitiendo en voz alta lo que muchos de sus desconsolados seguidores sienten por la pérdida de Chávez. Evocando su pasado de chofer de autobuses, el que es también el presidente interino, llega a los actos conduciendo un ómnibus, en una fiesta proselitista que incluye cantantes, artistas y famosos que lo acompañan en su recorrido por el país petrolero y calientan el ambiente en cada punto de la gira.
Las excentricidades, el surrealismo, las sentencias políticas y las propuestas programáticas se entremezclan con referencias místicas, algunas tan extrañas que lo hicieron blanco de no pocos sarcasmos a este ex canciller de 50 años, que lidera con holgura la intención de voto para el domingo.
Apoyado en una estrategia de mostrarse como un hombre de pueblo dispuesto a dar la vida por la misión que Chávez le encomendó, Maduro insiste en que es el heredero del legado socialista. "Yo sigo siendo el mismo, sólo que el comandante Chávez me dijo que me quedara al frente de la patria. Me dejó para proteger a las Fuerzas Armadas, a los más pobres", sostuvo en un acto en el rural estado Cojedes, en el occidente del país.
En el arranque oficial para la campaña más corta de la historia democrática del país, relató que estaba orando y se le presentó Chávez en forma de pajarito para darle la bendición.
La anécdota fue objeto de burlas y críticas en las redes sociales por parte de la oposición, que consideró el episodio como la mayor extravagancia imaginable por querer presentarse como el "elegido" de un presidente que para ellos, lejos de un santo, fue un azote para la democracia.
Pero Maduro no se amilanó y ahora llega a los actos silbando, imitando el trinar de los pájaros, y saluda a la multitud con un fraternal "¿dónde están los pajaritos y las pajaritas?", lo que desata la euforia de los partidarios.
Esta semana incluso apareció en un acto con un sombrero de paja coronado por un ave. Sin duda, una lección que aprendió del guión del líder bolivariano quien en vez de replegarse cuando alguna vez daba una declaración altisonante, le buscaba la vuelta para convertirlo en broma o lema entre sus simpatizantes.
Y en el momento de más intensidad de los actos, aprovecha la atención del público para disparar munición gruesa contra el candidato de la oposición, Henrique Capriles, el "caprichito, burguesito" a quien dedica el "baile de la obsesión", en el que el fornido político comienza a agitarse y a gritar "¡Nicolás!" parodiando cómo su rival arremete contra él por incompetente y corrupto.
Pero este Capriles no es el mismo que perdió contra Chávez. En esa campaña se atrevió con algunas propuestas, pero se cuidó de atacar directamente al popular líder socialista. Ahora es crudo y agresivo. Muestra los dientes, como un animal de pelea, buscando electrizar al público con cada palabra, consciente de que la motivación será clave para que todos los que simpatizan con sus ideas vayan a votar. Lleva siempre una gorra con los colores de la bandera. "El 14 de abril vamos a demostrar que tenemos los votos. ¡Pendejos no somos!", clamó en Maracay frente a cientos de miles de seguidores que asentían a gritos. Más combativo, el líder opositor jura que pondrá fin a la injerencia cubana en el país que impulsó Chávez, que no habrá más persecución política y que defenderá el voto de cualquier intento de fraude. (Reuters)
La superstición está presente en la campaña electoral
El presidente interino de Venezuela, Nicolás Maduro, advirtió que si los ciudadanos no votan por él en las elecciones del domingo, les caería "la maldición de Macarapana". La advertencia no es novedosa en la política del país caribeño, donde las referencias místicas y religiosas son algo de todos los días.
Si bien Maduro se equivocó al mencionarla, se refería a la batalla de Maracapana (mediados del siglo XVI), cuando grupos indígenas fueron derrotados por los españoles. "Se asume que después de la lucha, los pueblos indígenas empiezan a mermar. El mensaje es 'si no están conmigo, nos pasará lo que le pasó al pueblo indígena, nos extinguiremos'", explicó la periodista Lizbety González Giral, conductora del programa televisivo Creencias Siglo XXI. "La gente es muy religiosa y cree en maldiciones. Puede influir en los estén dudosos con su voto", agregó. Al contrario, el politólogo Iván Serra cree que estos mensajes pueden generar "un efecto rebote" en los indecisos o católicos.
Sobre el fallecido presidente, Hugo Chávez, se dice que le cayó una maldición que lo terminó matando por haber exhumado los restos del libertador Simón Bolívar. Desde entonces, fallecieron otros cinco políticos relacionados con la apertura de la tumba. Entre las cientos de historias y leyendas urbanas que circulan, se dice que babalaos cubanos recomendaron al ex Presidente que sacara los restos para contactarse con el alma de Bolívar.
Aunque en otras latitudes estos temas producen sonrojos, los temas espirituales abundan en la campaña electoral, donde Maduro contó que Chávez se le apareció en forma de pajarito.
En diciembre, el hoy candidato presidencial oficialista había dicho que una "revolución espiritual" atravesaba Venezuela, al pedir por la recuperación del mandatario enfermo. En febrero, el titular de la Sociedad Yoruba de Venezuela, el babalao cubano Gonzalo Báez, convocó una ceremonia para pedir por la sanación de Chávez; y luego, 300 personas realizaron un ritual indígena en el que invocaron a los dioses para pedir por el Presidente que aún luchaba contra el cáncer. Entre otros, participó la guatemalteca Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, que dijo que Chávez había recibido "energía cósmica".
Muerto el líder bolivariano, las historias se multiplican cada día. Maduro, que se autodefinió como "Apóstol de Chávez", también dijo que "el comandante" influyó en la elección del nuevo Papa, Jorge Bergoglio. Y el embajador venezolano en Italia, Isaías Rodríguez, aseguró que se "comunicó mentalmente" con el difunto a pocas horas de su muerte.