La experiencia puede ser la mejor maestra, pero también la más cruel. Por eso, cuando la vida no ha sido generosa en vivencias edificantes, el potencial positivo de cada persona puede quedar oculto detrás de miedos, angustias y negaciones. La biodanza ayuda a sacar a flote todo ese caudal positivo dormido. A través de técnicas grupales, se generan vivencias reparadoras, que lo armonizan a uno mismo con los demás y con el cosmos.
Canto, música, movimientos, sensaciones, miradas, sonrisas, abrazos... todos estos componentes hacen de la biodanza un sistema de reaprendizaje creativo. María José Zamorano, gestaltista y licenciada en Ciencias de la Educación, y Teresita Lucero -pedagoga-, facilitadoras de biodanza, no olvidan una sesión en la que la música parecía haberlas embrujado. Como en el cuento de "Las zapatillas rojas", de Hans Christian Andersen, sus pies danzaban sincronizados, una coreografía perfecta, jamás ensayada. "Había una coordinación entre las miradas y los pasos. ¡Era increíble! ¿Te acordás?", le comenta Teresita a María José. "No sabíamos cómo lo habíamos hecho y cada vez que nos acordamos nos reímos juntas, como si estuviéramos recuperando esa magia del encuentro", interpreta María José. "En el encuentro profundo el yo se reconoce y se expande", agrega.
"Este sistema trabaja en el presente, en el aquí y el ahora, por eso en cada sesión sucede algo nuevo", remata.
Ambas facilitadoras, junto a la gestaltista Lorena Páez, emprendieron el proyecto de abrir una escuela de biodanza en Tucumán. Lo hacen de la mano de Adriana Woods, coordinadora, y de María Andreína Acri, licenciada en Lengua y Literatura Hispánica y directora general de la escuela.
Desde la salud
"La biodanza es un sistema de integración afectiva, de renovación orgánica y reaprendizaje de funciones originarias de la vida", conceptualiza la pedagoga. "Es una propuesta de desarrollo humano reparadora-integradora, respetuosa de la vida. Trabaja desde el potencial humano, no desde la falla, no desde la enfermedad ni el dolor, sino desde la salud. Actúa desde el lenguaje no verbal, por eso da lugar a la emoción, a las sensaciones, a experimentar una vivencia. Todo esto es facilitado a través de la música, que no es tomada al azar, sino que es parte de una selección semántica", explica Zamorano.
Quienes promueven la biodanza afirman que a través de ella se pueden tratar distintos conflictos humanos, como las pérdidas, la angustia, los miedos, el enojo, la frustración, la ansiedad y el apego. "A través de la música y el movimiento corporal la biodanza trabaja en cinco ejes o líneas de vivencias: la vitalidad, la sexualidad, la creatividad, la afectividad y la trascendencia", enumeran. Todo esto se une como en un espiral, que va al potencial genético de la persona, e incluso, también puede desarrollar ciertas capacidades que no han tenido la oportunidad de desplegarse todavía", aseguran.
Las células reaprenden
La efectividad del sistema se explica también desde la biología. "La célula reaprende y se vuelve a conectar con la parte positiva. La acción reguladora de los ejercicios de biodanza no se ejerce sobre el córtex cerebral voluntario, sino sobre la región límbico hipotalámica. Son subjetivas, espontáneas, anteriores a la conciencia y comprometen a la identidad. Por eso se transforman en emociones y pueden inducir a la alegría, la paz y la ternura", explican las discípulas de la especialista Andreína Acri.