Es, sin duda, uno de los lugares más lindos de la provincia. Integra el llamado circuito chico de turismo. Se llega por la ruta nacional N° 9 y se empalma con la provincial N° 341; o a través de San Javier. A unos 55 kilómetros de San Miguel de Tucumán se levanta Raco, poblado que arrastra problemas crónicos, como la falta de agua o la escasa infraestructura turística. El lunes pasado y durante tres días, pobladores de San José de Raco, San Javier, Sauce Yaco, El Siambón y El Nogalito se unieron para reclamar problemas comunes y cortaron el tránsito de la ruta N° 341.
Los vecinos se quejaron, entre otras cosas, por la falta de agua potable y de ambulancias, la ausencia de guardias médicas permanentes en el CAPS y de soluciones habitacionales. Los más jóvenes protestaron porque no hay trabajo. Según dijeron, las únicas opciones son la construcción o en jardinería. "Además, muchos de los empleados de la comuna ya están en edad de jubilarse. Sin embargo, siguen trabajando y no dejan ningún puesto vacante", dijo una joven. Cuestionaron también la inacción del delegado comunal que ocupa ese cargo desde 207. "Sabemos que el Gobierno envía el dinero a la comuna, pero acá no se ve ningún cambio", aseveró una manifestante. El funcionario se defendió con la promesa de que resolverán los problemas del agua con los fondos para obras que les otorgaron por el plan "Más Cerca" y dijo que en febrero pasado había pedido la expropiación tres hectáreas para construir un complejo de 100 viviendas.
Como consecuencia del corte de la ruta, las maestras no pudieron llegar a las escuelas de Raco, El Siambón y El Nogalito, y debieron solicitar en la comisaría cercana al piquete constancias para justificar las ausencias. La antigua villa fundada por Pedro Miguel Ruiz Huidobro, compañero de Marco Avellaneda y Juan Lavalle en el derrotero de la Liga del Norte contra Rosas, se hizo conocida a través de Atahualpa Yupanqui, que le dedicó una zamba y que tuvo allí un rancho hasta comienzos de los 50. Hace casi dos décadas, se habilitó un monumento en su homenaje, realizado por el escultor Guillermo Rodríguez, que está enclavado en un lugar poco accesible y carece de mantenimiento. La obra pasa inadvertida.
Sería de suma importancia que el Gobierno diera una solución integral y definitiva a la escasez de agua en esta zona para terminar con un problema de varios lustros; que se ocupara de reparar los carteles nomencladores de las calles, de limpiar de yuyos y escombros las márgenes del río, de reparar los merenderos. Debería procurar una salida a falta de trabajo y a otros reclamos de los raqueños, que más allá del enojo no deben impedir la libre circulación.
Resultaría positivo que se potenciara el valor histórico de Raco. Por ejemplo, en una de las antiguas casas, pernoctó Marco Avellaneda cuando iba rumbo al norte, pero en lugar de seguir por los cerros como le habían aconsejado, lo hizo por el camino que iba a Metán, donde finalmente fue decapitado. Luego su cabeza fue puesta en una pica en nuestra plaza Independencia.
Tal vez podría reconstruirse el rancho que allí tenía Yupanqui y jerarquizar su figura como corresponde; realizar un video con testimonios de memoriosos de la zona o de amigos que aún viven, o efectuar visitas guiadas. "En mi pago de Raco en el campo de la zanja cuando se siembran penas se cosecha la esperanza", cantaba don Ata. Sería un acto de justicia.