El sistema ferroviario argentino, en crisis por décadas debido a la baja inversión, transporta diariamente a millones de personas, especialmente entre Buenos Aires y su periferia.
El 22 de febrero de 2012 a las 8.33, cuando el tren Nº 3772, identificado con la chapa 16, que se encontraba llegando a la plataforma número 2 de la Estación Once, no logró detener su marcha y colisionó con los sistemas de paragolpes de contención de la estación.
La formación, de ocho coches, transportaba en plena hora pico a más de 1.200 pasajeros a bordo: fallecieron 51 personas y unas 703 resultaron heridas. La tragedia de Once como comúnmente se la conoce a través de los medios de comunicación, fue el tercer accidente ferroviario más grave de la Argentina, después del ocurrido en 1970 en Benavídez, donde murieron 236 personas, y el ocurrido en la localidad de San Pereira en 1978, que causó 55 muertos.
Tras los hechos ocurridos en Once, sectores políticos y gremiales acusaron a la Secretaría de Transporte de la Nación y a la CNRT. (Comisión Nacional de Regulación del Transporte) por la falta de control y el mal estado de los trenes a cargo de TBA.
La presidenta de la Nación, Cristina Fernández, decretó en aquel momento 48 horas de duelo nacional; el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, lo decretó en la ciudad; y Daniel Scioli, gobernador de Buenos Aires, lo hizo en la provincia. En estos casos, se suspendieron las celebraciones de carnaval programadas para esos días en Buenos Aires y el país.
La tragedia derivó en una presentación judicial, donde el Estado pretendió actuar de querellante, pero en forma unánime los jueces de Casación desestimaron el planteo, al considerar que sería una "contradicción" hacerlo ante eventuales indemnizaciones que se vea afrontado a pagar, por el reclamo civil de víctimas o familiares.