Las redes sociales de internet, asociadas con la telefonía móvil y con las ganas de evadirnos de las obligaciones, atraviesan en el camino de nuestra jornada un pasadizo virtual que cada tanto nos absorbe como aquel "túnel del tiempo" de la TV en blanco y negro.
Apenas sentimos que nos sobran diez minutos para entrar a ver "qué onda", nos metemos. El Facebook es hoy por hoy la tentación más popular. Y una vez adentro, no será fácil salir antes de que se haga tarde para lo que teníamos planeado en lo inmediato.
Entra un amigo y saluda. Hay que conversar. Vemos un enlace que nos motiva a opinar. Nos saluda otro conocido y nos cuenta o nos pide algo. Chateamos con dos. Y en eso vemos que alguien nos refuta la opinión que habíamos dejado en el enlace. Ahí nos enredamos en una discusión. Si es sobre política, puede durar más de la cuenta. Peor si entran otros a despotricar y a tomar partido. No falta el que se enoja y se pone agresivo. Mejor lo dejamos. Pero antes demos una ojeada a la nota tremendista que publicaron hace un rato desde un medio.com. Hay otras más. Vamos abriendo pestañas para verlas a su turno. Y, entre ellas, no podemos dejar de espiar las fotos escandalosas de la actriz o la vedette.
Hay gente que escribe bien. Casi todos los días deja alguna reflexión, un pequeño cuento, una anécdota narrada con elegancia y sensibilidad. No se puede dejar de leer esas pequeñas joyas. Recomiendo a Nancy Pedro, a Lorenzo Verdasco, a Patricia Salazar. Seguro que hay otros. Patricia, una de las ciberescribas, deja el siguiente comentario: "Acabo de descubrir que el tiempo-Face es un tiempo alternativo. Entré al Face a las nueve menos cuarto y recién miré el reloj y eran las once menos cuarto. Y yo creía que había estado unos diez minutos, nada mas. De terror. Chau, mejor me voy. Es decir, me TENGO que ir. Bye!!!!!"