EL CAIRO/WASHINGTON/ESTAMBUL.- El golpe de Estado y los sangrientos disturbios en Egipto son una frustrante experiencia para Estados Unidos y los países europeos. No tanto porque les gustaba la forma de gobernar de los Hermanos Musulmanes (HM), sino porque comprueban duramente que el nuevo Gobierno ignora su preocupación sobre las graves violaciones a los derechos humanos, pese a sus generosos aportes de armas y de ayuda financiera.
La postura no tiene sólo que ver con la ola de nacionalismo que agita Egipto, sino también con las promesas de las monarquías de la región de invertir petrodólares si se retiran los donantes occidentales, como expresamente lo anunció Arabia Saudita (primera nación en felicitar al presidente egipcio interino, Adli Mansur, tras la destitución de Mohamed Mursi por el Ejército). En la misma línea se pronunciaron Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos (entre las tres naciones dieron U$S 12.000 millones en préstamos a El Cairo).
La explicación central de esa conducta es que los HM son vistos como una amenaza al poder absoluto de los monarcas árabes, ya que rechazan los cargos hereditarios y reclaman que toda gestión esté al servicio de Alá.
En cambio, Qatar mantiene distancia y repudió la masacre de la semana pasada; desde entonces murieron cerca de 1.000 personas (cinco de ellas eran periodistas). En la región, el pronunciamiento más duro contra el derrocamiento de Mursi surgió del primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien aseguró ayer que Israel está detrás del golpe de Estado y que su responsabilidad está documentada. El premier calificó de "dictatorial" al general Abdel Fatah al Sisi, el hombre fuerte del régimen de facto cairota.
Tel Aviv no le respondió, pero señaló oficiosamente que el único actor egipcio que puede restablecer la estabilidad y la paz social es el Ejército.
Hoy se reunirán los cancilleres de los 28 Estados de la Unión Europea, para encontrar una fórmula que desactive el violento conflicto. Entre las alternativas que evaluarán figuran desde una interrupción del suministro de armas hasta el bloqueo de las ayudas y de los créditos comprometidos con el país árabe.
Mientras tanto, EEUU sigue sin definir una estrategia clara y ni siquiera califica la destitución de Mursi. La Casa Blanca desmintió ayer un informe de la cadena CNN, que aseguraba que se habían congelado los aportes económicos por U$S 585 millones al Ejército egipcio. "Como dijo el Presidente (Barack Obama), estamos revisando toda nuestra asistencia. No hay decisiones con respecto a la ayuda", dijo la vocera del Consejo Nacional de Seguridad, Bernadette Meehan.
Campaña por Twitter
El máximo líder espiritual de los HM, Mohamed Badia, fue detenido ayer, acusado de incitar a la violencia a los manifestantes islamistas. Apareció en imágenes televisivas escoltado por agentes, notoriamente cansado y vistiendo una túnica gris. Fue alojado en la cárcel de Tora (a las afueras de El Cairo), donde fue interrogado y permanecerá 15 días en prisión preventiva. Otros 400 miembros del grupo fueron arrestados en los últimos días.
Simpatizantes musulmanes lanzaron una campaña en la red social Twitter bajo el lema "Yo soy Murshid", el título que ostenta Badia, y prometieron que continuarán su lucha contra el Gobierno de transición y en reclamo de la reposición en el poder de Mursi (quien también está detenido, aunque no se sabe dónde). La agrupación designó como guía espiritual provisorio a Mahmud Ezat y llamó a la desobediencia civil. (Télam-Reuters-DPA)