"Sólo si hay donantes hay trasplantes", recitan como un mantra quienes trabajan en la Unidad de Trasplantes del Hospital Padilla. No por obvia la frase deja de transmitir una verdad demoledora. Y al mismo tiempo expresa una convocatoria con forma de ruego dirigida a toda la población. Donar órganos es dar vida. Es la clase de eslogan que enarbolan todas las campañas, pero en el Padilla adquiere un matiz más poderoso, debido a que el hospital es el centro de referencia del NOA en procuración, ablación de órganos y trasplante renal.
Ese objetivo, trazado en la visión del hospital, se fue cristalizando por medio de una serie de pasos. La Unidad de Trasplantes, puesta en funcionamiento el 3 de abril del año pasado, fue uno de ellos. La valiosa labor del Comité de Procuración de órganos, que encabeza la doctora Mariela Gómez, encastra en el rompecabezas en que suele convertirse cada caso. La capacitación del cuerpo de profesionales y los convenios con instituciones de primerísimo nivel respaldan el proceso.
No olvidarlo: estamos hablando de la salud pública, de la cobertura a pacientes que carecen de obra social. No es sencillo lograr un funcionamiento aceitado y armónico. "Pero en nuestro caso se alinearon los planetas", advierten con una sonrisa los doctores Marcelo Monteros (director del hospital) y Jorge Valdecantos (subdirector técnico). Se refieren, por ejemplo, a la plena sintonía conseguida con el Incucai-Tucumán.
Derribando mitos
A Monteros y a Valdecantos les interesa subrayar que todos los esfuerzos apuntan a salvar vidas, a conseguir la recuperación de esos pacientes que llegan en grave estado al Padilla. Recordemos que es un hospital que cobija -por ejemplo- a las víctimas de accidentes.
Hablando de medicina el párrafo anterior suena insólito. No lo es, porque ingresamos a un terreno espinoso: el de los mitos que rodean al trasplante de órganos. Y si el hospital es el centro de referencia en ablación, hay quienes pueden suponer que a un enfermo grave no se le brindarán todos los cuidados; que no se hará todo lo que esté al alcance de los médicos para salvarlo. Por supuesto que no es así.
El Comité de Procuración actúa una vez que se decretó el deceso del paciente. Cuenta la doctora Gómez que por una cuestión cultural en Tucumán se pide el consentimiento de los familiares para realizar la extracción de los órganos. Pero no están obligados a hacerlo, a partir de la vigencia de la Ley de Donante Presunto. "En Buenos Aires simplemente se informa a la familia de la ablación", apunta Monteros.
En lo que va de 2013 se registraron 15 ablaciones positivas (11 en el Padilla y cuatro en el resto de la provincia), pero el Comité chocó con la negativa de 13 familias. Y eso que se toman el tiempo para convencerlos: en algunos casos aguardan hasta 24 horas, pero no hay caso.
También vale explicar que el destino de los órganos es una decisión exclusiva del Incucai. Eso significa que riñones, hígado, pulmones, corazón; el producto total de las ablaciones, puede terminar a muchos kilómetros de la provincia. Así funciona el sistema. Todo depende de las listas de espera.
En acción
"Para nosotros lo fundamental es el trabajo en equipo", sostienen Fabiana Seú y Aldo Bunader, los jefes de la Unidad de Trasplantes. Y hay equipo. Cirujanos, especialistas en diversas áreas y hasta una psicóloga conforman el grupo, cuyo búnker funciona en la planta baja del Padilla.
Datos al margen, ese espacio entra por los ojos. Como enfatiza Valdecantos, la excelencia de la atención no tiene por qué envidiarle algo al sector privado. Al contrario. Hay dos consultorios, ocho camas para internación y todos los elementos propios de una terapia intensiva, como guardias las 24 horas.
La Unidad realiza seguimientos a los pacientes y a los donantes antes y después del trasplante. Todas los tratamientos -incluida la provisión de drogas- corren por cuenta del hospital.
Es aquí donde la contención juega un rol clave. "Entrevistamos a las familias completas y les brindamos toda la información. Despejamos dudas", indica la psicóloga Lucía Cano León. Revela que hace poco lo hicieron por medio de un power point, porque la paciente es hipoacúsica. Pero van más allá, porque como dice la doctora Seú, los órganos son muy preciados y necesitan saber quiénes va a recibirlos y cómo son las condiciones de vida de los enfermos. Una trabajadora social -Verónica Rodríguez- hace ese trabajo de campo.
"Se puede vivir con absoluta normalidad con un solo riñón", comenta el cirujano Santiago Villavicencio Fornaciari. Los donantes suelen recibir el alta a las 72 horas, y en 10 días pueden empezar a reintegrarse a sus actividades. Fernando Gómez y el propio Valdecantos conforman también el área de cirugía, mientras que los doctores Daisy Cortez y Sergio Sánchez Falkowsky completan el staff médico de la Unidad.
Nephrology, centro de referencia cuando se habla de trasplante de riñón y páncreas en la Argentina, es el tutor de la Unidad del Padilla. La capacitación es permanente y las metas son ambiciosas: avanzar en el futuro con trasplantes de hígado y renopancreáticos. Pero volviendo al comienzo, todo será posible únicamente con órganos disponibles. Con donantes. Educación y confianza son las claves.