Imposible caminar por el estrecho pasillo que conecta los camarines. La planta baja del teatro San Martín es un hormiguero del que brotan soldados de mirada fiera e hileras de encapuchados. Todo el mundo está apurado, un poco nervioso, un poco emocionado. El estreno de "Nabucco", la ópera que abrirá mañana el Septiembre Musical, está a la vuelta de la esquina.

Pasa a toda velocidad Roberto Ortega, experto en sonorización y encargado de los efectos especiales. Una escena clave representa un reto para él: la caída del rayo divino que destruirá la corona del rey Nabucco. La mala noticia es que no lo probarán en el ensayo que está a punto de comenzar. "Va a ser una sorpresa", promete. Y sigue viaje hacia las profundidades del escenario.

Allí, carpeta en mano, Ricardo Sbrocco repasa las letras que ya sabe de memoria. Las voces de los coreutas flotan, omnipresentes, a lo largo de la ópera que Giuseppe Verdi estrenó el 9 de marzo de 1842 en La Scala de Milán. Sbrocco explica que hay pasajes muy veloces y requieren una perfecta articulación con la orquesta. Apunta que los textos son extensos y no hay posibilidad de leerlos. Y sabe también que el público aguardará la interpretación de Va pensiero, el coro de los esclavos judíos. Hablamos de una de las piezas más bellas y populares de la historia de la música. Ni Sbrocco ni su grupo la tienen fácil, pero el ensayo los muestra bien preparados.

"Verdi compuso 'Nabucco' en un momento especial, cuando Italia luchaba por la unificación. El público se enamoró de Va pensiero y lo enarboló como símbolo de libertad", ilustra Ricardo Salim. ¿Por qué debemos los tucumanos ir a ver "Nabbuco". "Porque les va a encantar -sentencia Salim-. Es emotiva, maravillosa, de fácil comprensión. Eso de que la ópera es para las elites es cosa del pasado. Es una gran experiencia multisensorial, se van a ir encantados y con ganas de más".

Salim es el regisseur, el encargado de la puesta. Un micrófono inalámbrico adosado a la solapa es su nexo con el gigantesco rompecabezas de "Nabucco". Piezas desperdigadas por el San Martín: cantantes, extras, costureras, asistentes, carpinteros. Una sola que falle y el puzzle queda inconcluso. Eso es una ópera: el quirúrgico encastre de talentosas voluntades.

La otra voz que resuena en el centenario coliseo de avenida Sarmiento y Muñecas es la del Maestro Emir Omar Saúl. Instalado desde el primer momento en la fosa, camisa celeste, brazos en alto, concentra las hipnotizadas miradas de los integrantes de la orquesta. El Director General de "Nabucco" es enérgico para corregir, implacable para detectar detalles que le disgustan. Sabe que corren contra el reloj.

Y a todo esto, ¿dónde están los protagonistas? Se fueron a tomar un café, ya vienen, deslizan en la sala de maquillaje. Cecilia Delgado trabaja sobre el rostro de uno de los soldados babilonios. Deben meter miedo con la expresión; están a pocos minutos de arrasar Jerusalén.

Los trajes fueron cedidos por el Teatro Argentino de La Plata, una ayuda inestimable tratándose de una ópera de esta envergadura. Claro que hubo que adecuarlos a los cantantes, coser, bordar y realizar todos los cambios requeridos por Salim. Los enumera Sofía Moreno Cagnolo, asistente de vestuario. Da la sensación de que ella no puede creer lo que le está pasando. Egresada de la porteña Universidad de Palermo, vino a Tucumán en busca de trabajo... y lo consiguió. Y le toca debutar nada menos que con "Nabucco".

Sofía adelanta que veremos tres cambios de vestuario del rey y uno de Abigaille, la coprotagonista. Y hablando de ellos...

Linda pareja Gustavo Ahualli y Patricia Gutiérrez se conocen desde hace muchos años. Trabajar juntos los hace felices, y esta coincidencia en "Nabucco" potencia sus cualidades vocales.

Gutiérrez, formada nada menos que en el Colón, es la única extranjera del elenco (99% tucumano, como destaca Salim). Es tan simpática y amable que se mueve como una más. Eso sí: para evitar el frío el fin de semana pasado se recluyó, bien calentita. El de Abigaille es un rol que enterró a más de una soprano, y por más que Patricia lo conoce, no se le ocurre arriesgarse a cazar un catarro ni a jugar con su voz.

Ahualli vive en Estados Unidos, y por más que todos los años visita su Tucumán, esta vez la circunstancia es por demás especial. Él está debutando en la piel del rey, papel que todo barítono ambiciona, pero que no muchos son capaces de desempeñar con altura.

Mientras Gutiérrez se va en elogios para la acústica del San Martín, Ahualli pide que los tucumanos reflexionemos un poco. "Creo que no se dimensiona la importancia del Septiembre Musical. Pocos lugares en Latinoamérica cuentan con un festival como este", advierte desde la perspectiva que le proporciona vivir lejos y analizar las cosas con calma y en profundidad.

Salim y Saúl convocan a todo el mundo desde la sala. Mientras los cantantes se preparan para el primer acto, Miguel Arévalo controla los paneles que ambientarán cada pasaje de la ópera. "Nabucco" lleva la historia -sin escalas- desde el desierto de Palestina a la frescura de los jardines de Babilonia. Del amarillo y el dorado al verde. Del calor seco a la humedad. También en la escenografía la puesta contó con el aporte del Teatro Argentino platense, pero el problema es que los paneles llegaron quebrados. "Así que hubo que repararlos, y preparar todas las rampas y tarimas que pidió el director", señala Arévalo.

Semejante montaje es para Susana Robles, directora técnica del Ente de Cultura, una lección de creatividad. La demostración de que Tucumán está preparado para afrontar esta clase de desafíos. "La contratación de artistas es una cosa; la creatividad es otra", enfatiza, a coro con Salim.

Es que si de encontrar recursos se trata las canteras parecen inagotables. Alumnos de la Facultad de Educación Física serán extras. "Están asustados, pero decididos", confiesa Robles. Mientras tanto, Patricia Rodríguez, encargada de prensa, se escabulle para sentarse en la segunda fila. Una de las nenas figurantes es su hija, integrante del Grupo de Teatro para Jóvenez y Adolescentes que orienta Lilian Mirkin.

Muy cerca, Mauricio Guzman mira en silencio el desarrollo del ensayo. "¿Saben cuándo elegimos 'Nabucco'? Cuando terminó el Septiembre Musical del año pasado", cuenta, y de paso informa que la elección de los artistas y de los géneros del festival se produce a partir del feedback con el público. Escuchando los pedidos y planteos que reciben. "Yo hablo de unidad en la diversidad", sostiene el titular del Ente.

Los cuatro actos de "Nabucco" invitan a dejarse abrazar por el genio de Verdi... siempre y cuando los ejecutantes alcancen los estándares de excelencia que plantea la obra. No puede decirse que la enorme cantidad de profesionales involucrados en esta puesta haya soslayado esfuerzos para conseguirlo.