Del otro lado del teléfono está la voz de Pablo Rubino. Se lo siente tranquilo, un poco emocionado, pero tranquilo al fin. El médico tucumano formó parte del equipo quirúrgico, liderado por el doctor Cristian Fuster, que intervino exitosamente esta mañana a la Presidenta, Cristina Fernández de Kircher, en la Fundación Favaloro. "Por suerte salió todo bien", fueron las primeras palabras del profesional tras responder el llamado de LA GACETA.
Según el parte médico, la operación transcurrió "sin complicaciones" y (Cristina) "evoluciona satisfactoriamente". Por eso la tranquilidad del doctor, como el resto de los profesionales que trabajaron duante más de dos horas para la evacuación de un hematoma subdural derecho que presentaba la Presidenta.
Pablo dejó en 1997 la provincia para hacer su residencia en el hospital Francés, en Buenos Aires. A partir de allí, se especializó en neurocirugía y terminó convirtiéndose en un destacado profesional. Hoy, sin embargo, le tocó uno de sus mayores desafíos. Pero él no dejó que eso lo afecte.
"Uno lleva la vocación en el alma. Cada vez que hay una operación, sea quien sea el paciente, doy todo de mí", afirma el médico, quien pide no hablar más sobre el tema. Se lo entiende.
Su papá, Jorge, también se presta a conversar vía telefónica con LA GACETA. El hombre de 71 años, ya jubilado, durante la charla que tiene con este diario no deja de nombrar la palabra "orgullo" cuando se refiere a Pablo. Y también se lo entiende.
"Sentí un orgullo y una satisfacción muy grande cuando me enteré que él iba a formar parte del equipo médico que operaría a la Presidenta. Es lo que siempre soñé; porque él se lo merece. Es un hombre que estudió y se dedicó a la medicina desde muy chico. Nunca se le subió el ego a la nubes, a pesar de estar muy bien preparado. siempre actuó con humildad y honestidad", cuenta, con una voz quebradiza el ex empleado del Banco Empresario.
Junto a su mujer, Emma Moreno, tuvieron tres hijos: Marcelo (trabaja en una obra social), Fabián (está en México) y Pablo. Justamente, 'el doctor', como le dice a su hijo, estuvo en la boca -al igual que el resto de los profesionales que atendieron a Cristina- de toda Argentina.
"Cuando me contó que formaría parte del equipo lo noté tranquilo, pero yo, conociéndolo de toda la vida, sabía que tendría un gran desafío. Él siempre quiso ser médico; yo lo traté de inducir a la carrera de Ciencias Económicas, pero ya lo veía de muy pequeño que lo suyo sería la medicina. Tal es así que realizó una carrera excelente y en tiempo récord", afirma.
Jorge sigue un poco más. Sus emociones no lo detienen: "Me emociono mucho y a veces no puedo hablar de lo orgulloso que estoy de él. Es un triunfador en la vida, porque siempre fue un luchador, además fanático de Atlético, y sobre todo, buen amigo", cierra la charla el padre de Pablo, que aclara que cada vez que puede los viene a visitar junto a sus esposa y sus tres hijos.
El doctor Rubino, en tanto, aclara que a pesar de vivir hace muchos años en Buenos Aires y conocer varias partes del mundo el "se siente orgulloso de ser tucumano". Un profesional con todas las letras.
Además de Pablo Rubino, el equipo quirúrgico que intervino a la Presidente estuvo liderado por el doctor Cristian Fuster, e incluyó a los doctores Jorge Mandolesi y Javier Salazar. La anestesia estuvo a cargo del doctor Luis Valdivieso. Todo el proceso de diagnóstico y tratamiento estuvo supervisado y acompañado por los profesionales de la unidad médica presidencial, Luis Buonomo y Marcelo Ballesteros.