Con pocos días de diferencia, dos duendes nuevos comenzaron a habitar Nonino. El inolvidable Rubens Saccher, guitarrista envidiable (para muestra está http://www.youtube.com/watch?v=zeTTpfehBPQ) y compañero entrañable de Carlos Podazza, nos dejó por segunda vez, ahora definitivamente. Hace casi una década, atravesado por la crisis argentina, había partido hacia Suiza, tierra de ancestros.
Uno recuerda a Rubens apoyado en su guitarra, esperando como sólo él sabía hacer el pie de Carlos para entrar con el acorde justo. Más de una vez parecía dormido, agotado por la jornada de trabajo, pero cuando llegaba el momento arremetía en la canción. Escucharlos a los dos era un lujo increíble, hermanados en un sonido irrepetible, un deleite indescriptible.
La herida estaba abierta, y decidió acompañarlo Jorge Laskowski, como lo hacía tantas noches desde el lado del público. Mucho antes de compartir mesas en Nonino, lo conocí como un malhumorado, inflexible y hasta fastidioso árbitro de voley, en tiempos del amateurismo estudiantil con ese deporte. Era inaccesible desde la silla a la altura de la red: sólo con el tiempo se descubría una mirada cómplice, un guiño amigable detrás de su pose férrea.
Jorge era otro cuando lo reencontré en Nonino, seguramente atravesado por los años que nos pasaron a los dos y nos enseñaron que todo enojo debe ser pasajero. Embanderado en el Partido Humanista, hacía gala de ese compromiso con el otro en sus propios actos.
No confundamos estos recuerdos con las necrológicas. No es una despedida sino un acompañamiento a dar el último paso. Allá los habrán encontrado otros amigos de tropelía, de madrugadas, de canciones y de risas. Los habrá recibido Miguel Elia con una ginebra servida. Rubens y Jorge son de esas personas que no ocupan páginas, sino pequeños recuadros, como la mayoría de nosotros.