DALLAS.- Todo Estados Unidos guardó un conmovedor minuto de silencio ayer, en el momento exacto en que se cumplieron 50 años del primero de los dos disparo que acabaron con la vida de su presidente, John Fitzgerald Kennedy, el más querido de los últimos tiempos.
Dallas conmemoró por primera vez la fecha, en la ceremonia oficial central en recuerdo del que es considerado el día más negro en la historia reciente. Aviones militares sobrevolaron la plaza Dealey, alrededor de la cual se cometió el crimen, a la misma hora en la que la caravana del mandatario, quien iba en una limusina descapotable, pasaba por el lugar. Sólo 5.000 personas y 900 periodistas pudieron presenciar el homenaje, pero hubo pantallas por toda la ciudad.
"Su muerte cambió para siempre nuestra ciudad, al igual que el mundo. Recordamos a un gran Presidente con el sentido de dignidad e historia que merece. Rendimos tributo a un idealista sin ilusiones que ayudó a crear un mundo más justo", dijo el alcalde Mike Rawlings, en el acto, realizado bajo el cielo plomizo y por momentos lluvioso.
El sexto piso de un antiguo depósito de libros, desde donde disparó en solitario (según la cuestionada tesis oficial) Lee Harvey Oswald, es actualmente un museo y una de las mayores atracciones turísticas de la ciudad. Seguidores de las numerosas teorías conspirativas se dieron cita en Dallas en esta fecha.
Antes de los actos en la ciudad donde fue ultimado, se realizó una solemne ceremonia castrense frente a la llama eterna que señala su tumba (junto a él está enterrada su esposa Jackeline, fallecida en 1994) en el Cementerio Nacional de Arlington, cerca de Washington, con la presencia de veteranos, militares y civiles. Un grupo de gaiteros, como los que tocaron el día de su funeral y como los que invitaba siempre que podía a importantes cenas y eventos oficiales, irrumpieron en el camposanto en el que yacen 300.000 soldados y figuras notables estadounidenses. También hubo actos en Boston y en Massachusetts, donde nació Kennedy.
Luto oficial
El presidente, Barack Obama, ordenó que todas las banderas de los edificios federales y estatales ondeen a media asta en honor al ex mandatario demócrata, al declarar la jornada como "Día de Conmemoración del Presidente John F. Kennedy", dedicado a "celebrar su duradera impronta en la historia estadounidense". "Hace medio siglo, EEUU estaba de luto por la pérdida de un extraordinario servidor público. Con su amplia visión y alto pero sobrio idealismo, instó a toda una nación a mostrar su grandeza. Hoy, honramos su memoria y celebramos su huella perdurable en la historia del país", señaló en un comunicado, pero no participó en ninguna actividad.
Con la jornada de ayer, se cerró una serie de actos, ciclos de conferencias, conciertos y proyección de documentales sobre su figura, iniciado hace varias semanas. Kennedy fue recordado especialmente por sus logros en la creación de los cuerpos de paz; por la Alianza para el Progreso, destinada a América Latina; por el lanzamiento del programa espacial con el objetivo de llegar a la Luna y por haber evitado un conflicto con la ex Unión Soviética durante la crisis de los misiles en Cuba. (DPA-Reuters)
Una oportunidad para recoger su espíritu transformador y alejarnos de la guerra
Leandro Despouy - Auditor general de la nación
El mundo aún se pregunta por qué aquel 22 de noviembre de 1963 fue cruelmente asesinado en Dallas John F. Kennedy, el hombre más admirado y prestigioso de la época, el Presidente del entonces país más poderoso del planeta.
Quizás debamos remontarnos al origen de aquella nación y encontrar en el asesinato de Abraham Lincoln la réplica, la semejanza, o al menos el presagio de tamaño magnicidio. Quien en 1865 apretó el gatillo también sería, a su vez -como Lee Oswald más tarde-, asesinado. Hoy nadie duda de que con aquel disparo se buscaba frenar la lucha contra la esclavitud, la conformación de un país unido bajo un régimen federal, el progreso de los derechos civiles y políticos que alumbraron desde su origen el ideario norteamericano.
Con la muerte de Kennedy se rompieron quimeras e ideales y triunfó el complejo industrial militar, que habría de cimentar la más furiosa carrera armamentista. Él ya había marcado su impronta pacifista con el proyecto de cerrar más de la mitad de las industrias de material bélico. Reconoció públicamente que el intento de invasión a Bahía de los Cochinos en 1961, había concluido con un justificado fracaso. "Nos pegaron la patada en el traste que nos merecíamos", les dijo a los operadores de la CIA que habían montado, contra su voluntad, el desembarco más vil y vergonzoso de la historia. El retiro de los misiles de Cuba, negociado directamente con Nikita Kruschev, le demostró al mundo que un diálogo responsable y de confianza (que más tarde derivó en el famoso teléfono rojo) podría ser más eficaz que diez años de escalada armamentista.
El síntoma más visible de lo que significó su muerte fue el posterior y casi inmediato envío de tropas a Vietnam, que inauguró un ciclo de guerras de expansión que en muchos casos habrían de concluir con una traumática derrota y miles de víctimas. La vitalidad y el ímpetu renovador de sus propuestas no fueron los únicos atributos que dieron fuerza a su atractiva figura. Sus políticas se asentaron siempre en el vigor de sus ideales, de claro perfil progresista, forjados al amparo del gran laborista inglés Harold Laski, su profesor en Londres, donde estudió el pensamiento y la experiencia de la socialdemocracia europea.
Otro escenario
Es difícil imaginar un mundo distinto del que hemos vivido; pero, de hacerlo, podríamos estar seguros de que sin aquella tragedia, las guerras, la amenaza nuclear, la carrera armamentista y el domino por la fuerza hubiesen encontrado en Kennedy el más férreo y valiente enemigo. JFK pretendió asestar un golpe mortal a esos intereses, y le costó la vida.
La muerte de su hermano mayor en un accidente aéreo marcó el inicio de la tragedia familiar. El asesinato de su posible sucesor y carismático hermano Robert (Bobby); la muerte de John-John, su hijo, y otros infortunios hicieron que el apellido quedara cargado para siempre de cariño, admiración y respeto. Conocí al diputado demócrata Joseph Kennedy, descendiente de Bobby, y seguramente el más político y militante de la nueva camada del clan. Como su antecesor, tiene una profunda vocación por América Latina y fue muy solidario con el pueblo haitiano durante la crisis política de 1993 y 1994, en cuya resolución intervine como mediador de la ONU y de la OEA.
El asesinato de Kennedy conmovió a la humanidad y truncó por décadas esa visión entusiasta y esperanzadora que el mundo tenía de su propio destino. Conmemorarlo debe servirnos para recoger el espíritu transformador de su figura, e inspirados en su valiente trayectoria, empezar a alejarnos del dolor de la guerra y de la muerte.