SALTA.- La temporada del Tren a la Nubes cierra con éxito en pocos días. El convoy sale desde la ciudad de Salta, se adentra más de 200 kilómetros en el corazón del norte argentino, para ofrecer al viajero uno de los espectáculos naturales más bellos del mundo.
Hasta el 7 de diciembre hay oportunidad de disfrutar de los últimos viajes del Tren a las Nubes, uno de los tres ferrocarriles más altos del mundo y paseo obligado en la provincia de Salta. El tren - que recibe más de 30.000 visitantes al años- sale los miércoles, viernes y domingos a las 7.05 y se regresa cerca de la medianoche.
Se trata de una excursión de día completo, durante la cual se recorren variados paisajes, desde los más áridos del desierto puneño hasta la abundante vegetación de la selva. En Salta, la locomotora y sus vagones cuentan historias de antiguas épocas, en una gran obra de ingeniería que trepa hasta los 4.200 metros hasta alcanzar literalmente las nubes.
La temporada comienza a finales de marzo de cada año, cuando el clima suele ser más fresco al llegar el otoño. Vale destacar que, aún a más de 4.000 metros de altura, el verano puede ser insoportable.
El Tren a las Nubes fue creado por las autoridades del Ferrocarril General Belgrano, en noviembre de 1971, haciendo un primer viaje experimental con funcionarios y periodistas. A mediados del siguiente año se hizo la primera salida oficial turística, que se mantuvo por 18 años cuando los ferrocarriles del Estado fueron privatizados.
El nombre se debe a una película realizada por dos estudiantes tucumanos en la década del '60, que al hacer el tramo Salta-Socompa -traccionado entonces por máquinas a vapor-, pidieron al maquinista que al llegar al viaducto La Polvorilla la formación hiciera una descarga lateral de humo blanco para que ellos pudieran tomarlo con las cámaras desde las ventanillas.
Ocurrió que el vapor se mantuvo levitando por la baja temperatura y luego el periodista que escribió el guión del documental tituló el trabajo “Tren a las Nubes”. Ferrocarriles Argentinos adoptó la denominación para el Ramal C 14 hasta Antofagasta, según el relato que difundió la agencia Tur Noticias.
Entre zigzags y espirales
La cantidad de rulos, viaductos y túneles que los vagones atraviesan hacen del tren uno de los asombrosos del mundo, mientras recorre unos 430 kilómetros de ida y vuelta desde Salta, para introducirse en la Quebrada del Toro y llegar a la Puna.
Originalmente, el autor del proyecto -el ingeniero estadounidense Richard Maury- pensó la construcción teniendo en cuenta el principio de adherencia de las ruedas a las vías. Y es que este tren con capacidad para más de 450 personas, no utiliza piezas dentadas justamente porque las vías están dispuestas de una manera peculiar circulando por un sistema de zigzags y espirales.
La velocidad del viaje no es mayor a los 35 kilómetros por hora y eso le permite al viajero poder observar con detalle el impactante paisaje, tomar fotografías e ir adaptándose a la altura con tranquilidad.
Si bien ya da sus primeros pasos desde la estación General Belgrano a unos 1.187 metros sobre el nivel del mar, el punto máximo superará los 4000.
A lo largo del viaje, el tren pasará por 29 puentes, 21 túneles, 13 viaductos, dos rulos y dos zigzags. El recorrido suele durar unas ocho horas para llegar a destino y otras tantas para regresar.
Durante el viaje se hacen dos paradas, una en la estación de San Antonio de los Cobres, y la otra, en el viaducto La Polvorilla. En ambas estaciones se puede comprar artesanías, vestimenta y productos regionales.
Dos de los pueblos por los que el tren pasa, son realmente destacados. A poco más de mitad de camino, verá Santa Rosa de Tastil, considerado uno de los principales centros urbanos prehispánicos de Sudamérica con importantes yacimientos arqueológicos. Un área que carece por completo de calles aunque tiene siete plazas entre antiguas ruinas.
Más adelante, San Antonio de los Cobres, denominada así por encontrarse dentro de su jurisdicción la famosa Sierra del Cobre, es la capital del departamento de Los Andes, se ubica al pie del famoso Cerro Terciopelo.
Durante el viaje, los turistas pueden degustar empanadas salteñas y otros platos regionales como locro, milanesas de llama, mote con queso y asado de cordero. Son los mismos habitantes de los poblados, quienes ofrecerán desde las ventanillas y a la vera de las vías sus productos y artesanías. Las mujeres hilan lana de cabra, llama y oveja y realizan tejidos para la venta.