El 19 de setiembre de 1841, las fuerzas del general Juan Lavalle fueron derrotadas en la batalla de Famaillá. Allí y luego en Rodeo del Medio, terminó en forma sangrienta la Liga del Norte contra Rosas, que lideraba Marco Avellaneda. Poco mas tarde, el 3 de octubre, este sería degollado en Metán, y la muerte aguardaba a Lavalle el 9.
Familiares de Avellaneda conservan una carta en mal estado, con sus primeros renglones borrados casi totalmente. Entiendo que es inédita. Está firmada por don Marco nueve días antes, lo que le otorga un interés especial. Lleva fecha “Septe. 10 a las doce” y se puede leer de corrido sólo desde la sexta línea. No figura el destinatario de esta misiva, que respira dramatismo.
“No he recibido hasta ahora parte alguno. El movimiento del enemigo me parece que tenía por objeto cortar nuestra comunicación con los departamentos del sud, y hacer más difícil para nosotros la completa sublevación de esa parte de la provincia. Ellos a mi juicio esperan para ofrecer unas batalla, u obligarnos a darla, la llegada de Garzón o (borrado) López de La Rioja y las montoneras de Salta”, escribe Avellaneda.
“Esta noche irá la partida que ustedes me piden. Ella le llevará seis u ocho cívicos para agregar a la infantería. Está listo el cañón de a dos. González me dijo que tenía catorce tiros para esta pieza. Deseo le pregunte usted dónde los ha ocultado. La milicia de aquí está bajo mis inmediatas órdenes. Mi campamento, en las inmediaciones del Vizcacheral. Yo le daré aviso cuando lo haya mudado. Le remito dos lápices y un poco de obleas. Buscaré el cortaplumas. Siempre suyo. Marco M. de Avellaneda”.