El que mire la sonrisa mansa de don Héctor Sotelo (72 años), tendrá, por lo menos, una sana envidia. O -mejor- debería aprender de él. Hacía poco más de dos horas que este ex camionero, vecino de Yerba Buena “desde que todo esto era cañaveral”, había puesto en el freezer buena parte de su jubilación convertida en carne para el asado de esta noche, cuando la tormenta breve y furiosa lo dejó sin luz.
Apenas 0,2 milímetos y 20 minutos. Así fue el temporal que seguramente hará que Héctor y su familia cambien de planes, pero él estaba tranquilo. “Y... para qué voy a renegar. Yo ya sé cómo sigue esta historia -le cuenta a LA GACETA-. Se van a demorar una eternidad, vamos a estar dos días sin luz. Ya pasó hace dos años con un árbol de la esquina. Todo el barrio Marti Coll sin luz en Navidad. Nosotros le pedimos constantemente a la Municipalidad que pode los árboles, pero no nos dan bolilla”, dispara.
Dos árboles se desplomaron en las narices de don Héctor, en la calle Universo al 750, en la intersección con Santiago del Estero. Con él se cayeron además un poste de luz y otro de alumbrado público, dejando en penumbras a tres manzanas del barrio y a la calle, bloqueada durante horas. Los primeros en llegar fueron los Bomberos Voluntarios de Yerba Buena, pero no pudieron comenzar a despejar la acera hasta tanto no llegase el personal de EDET a cortar los cables.
Quienes sí tenían motivos para sonreir eran los Palacio. Los árboles cayeron justo en la puerta de su casa, frente a la de Héctor. “En medio del viento escuchamos un ruido y nos preocupamos por el auto, que estaba en la puerta. Milagrosamente no le pasó nada, quedó debajo de las ramas pero no le pasó nada”, festejaba Hugo Alfredo Palacio mientras los bomberos estudiaban cómo seguir.
Corta, pero intensa. Así definieron los meteorólogos la tormenta de ayer por la tarde. El director del Laboratorio Climatológico Sudamericano, Juan Minetti, informó que un conjunto de nubes tornádicas (las mismas que generan los tornados) ingresaron a la provincia por el norte. Si bien no produjeron tornados, generaron lluvias y granizo en Trancas y en Burruyacu, y luego llegaron al Gran San Miguel de Tucumán. “Fueron tormentas locales con mucha energía; ese es el tipo de tormentas al que tenemos que acostumbrarnos, porque están relacionadas con la sequía y las altas temperatuas”, explicó.
Oscar Bordón, de la oficina local del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que funciona en el aeropuerto, agregó que se registró caída de granizo, pero en zonas puntuales, como el centro de la capital y Yerba Buena. Además, detalló que las ráfagas de viento alcanzaron los 53 km/h. Fueron 20 minutos en los que parecía que el cielo se venía encima, pero finalmente produjo menos destrozos que las de noviembre pasado.
El ladrón más oportunista
La lluvia era torrencial y las calles del centro comenzaban a inundarse. Nadie caminaba por las veredas y Lucía Calvimonte estaba sola en local que la franquicia Chuik tiene en 25 Mayo 590. Por seguridad, suele cerrar la puerta con llave. Pero cuando ayer un sujeto delgado vestido con una camisa a cuadros y una bermuda de jean empujó esa puerta de vidrio que da a la calle, no encontró resistencia.
Eran alrededor de las 19. El joven se acercó al mostrador y preguntó por el precio de unas ojotas que estaban en la vidriera. Ella contestó pero, en un instante, todo se dio vuelta. “Quedate quieta que te estoy por robar”, le dijo mientras la amenazaba haciendo el ademán de que iba a sacar un arma de su cintura. La empleada del comercio no tuvo opción y le tuvo que entregar la recaudación del día, que sumaba $ 3.500. Pero el asaltante no quedó conforme y le robó su celular y un reloj pulsera. Después la amenazó para que no hiciera sonar la alarma y se fue. “Llame al 911 desde un local que está en la misma cuadra y me dijeron que ya enviaban un patrullero, pero pasaron como 25 minutos y no llegó nadie. Volví a llamar para preguntar por la policía que suele estar en la esquina de Corrientes y me dijeron que la habían enviado a otra zona para verificar otra situación. Les pregunté si habían liberado la zona y me dijeron que sí”, afirmó Calvimonte, que terminó radicando su denuncia en la Seccional 1°.
Mientras la joven empleada continuaba temblando en el microcentro, Palacio en Yerba Buena continuaba agradeciendo por su suerte. El agua cesó y el velo de la inseguridad volvió a cubrir la ciudad.