“Creer , creer , creer/No sé cómo llegué aquí/Yo sabía que no iba a ser fácil,/pero tu fe en mí era tan clara./No importaba cuántas veces me golpeé en el suelo,/pero sabías que un día estaría parado alto./Sólo mírame ahora ”.
Con esta estrofa comienza “Believe”, la canción del álbum homónimo que estrenó en 2012 Justin Bieber, y que ahora le da título a su segunda película biográfica, luego de “Never say never” de 2011 (con sólo 19 años, ¿cuántos repasos de su vida más le quedarán por hacer?).
El filme del cantante canadiense fue presentado en medio de una de sus recientes rondas de escándalo, a las que está abonado en especial desde su gira por América Latina, con paso incluido por la Argentina. Su última escala fue la sonada detención en Miami, al manejar en una carrera urbana de autos bajo los efectos de las drogas y del alcohol.
Este documental fue realizado por Jon M. Chu (el mismo de la primera biografía), quien se enfoca en la vida del músico durante el proceso de grabación y de edición de “Believe”, su tercera producción en estudio; y en el detrás del escenario para la gira de conciertos posterior, desde el proceso de selección de los bailarines y los ensayos hasta sus viajes, pasando por entrevistas con las personas más allegadas a él (entre las que no faltan los escenógrafos, coreógrafos y técnicos musicales) y su relación con las fanáticas que lo siguen con devoción a todos lados, autodenominadas “Believers”.
Justin intenta mostrar su evolución y crecimiento personal en este período de transición, en el recorrido desde la adolescencia hasta la primera juventud, con confesiones sobre los desafíos, los problemas, los cambios físicos y las relaciones sentimentales (abarcando incluso a su primer enamoramiento) que viene experimentando en los últimos años y que, evidentemente, siguen impactándolo.
Cabeza de una maquinaria insaciable de hacer dinero, rodeado de productores y artistas que dependen de él, el filme sobre Bieber está orientado para sus fieles seguidoras.