Los ruegos de la mitad más uno de los fieles del país se hicieron oír. En uno de los templos más importantes del fútbol mundial como es La Bombonera, se produjo una resurrección. Boca derrotó al hasta ayer imparable Estudiantes y mostró una importante mejoría en su juego.
En el día en el que la patria “xeneize” imploró por la permanencia de Carlos Bianchi, se produjeron los milagros que esperaban sus seguidores. El equipo volvió a festejar un triunfo -el primero de 2014- después de 105 días de frustraciones y amarguras. El ex Atlético Emmanuel Gigliotti no sólo convirtió el gol del triunfo, sino que además cortó esa maldita racha que impedía a los delanteros festejar un tanto. Y eso, que no es poco, se coronó con dos regresos: el de Juan Román Riquelme (el más esperado por todos) y el de Diego Rivero (estuvo un año fuera de los campos).
Pero más allá de todos estos argumentos, algo pasó entre el jueves y domingo. El equipo tuvo otra actitud y eso se notó en el campo y, por supuesto, en el resultado. Boca fue un claro dominador. Aunque volvió a sufrir por momentos por los ya típicos desacoples defensivos, no tuvo mayores inconvenientes para doblegar al “pincha”.
Hasta cuando Bianchi apostó por jugar sin delanteros, el “xeneize” fue superior porque generó más juego, aunque no tuvo tantas chances. Y si los fieles no festejaron un triunfo mayor, fue porque las manos celestiales de Gerónimo Rulli se lo impidieron. Pero nadie puede discutir que fue una tarde perfecta.