La Semana Santa se acerca a pasos vertiginosos: ¡cuatro días sin ir a a trabajar! Si los gastos de comienzo de clases no te permiten viajar o simplemente tenés ganas de quedarte en casa, estaría genial dedicarle tiempo al jardín... o al balcón ¿No tenés mano? No te preocupes. Una experta te va a guiar paso a paso por el arte de hacer plantitas nuevas a partir de gajos.
Viviana Moinelo es jardinera desde hace años. Las plantas la apasionan: se sabe sus nombres científicos, cada contacto con ellas es una caricia... les habla y a veces parece que hasta les sonríe. Ellas le responden, y a su cuidado crecen esplendorosas. Tiene experiencia: ha sido mucho tiempo miembro del Garden Club Tucumán. Pero también vivió varios años en Bariloche, y ese fue todo un desafío: otro clima, otros suelos, otras especies... Hoy está de vuelta en Tucumán y se dedica a asesoramiento en diseño y mantenimiento de jardines.
“Mi propuesta es que hagamos nuestras propias plantas; esas que más nos gustan. La satisfacción que se siente es inmensa, obtendremos la planta más rápido que si lo hiciéramos de semillas y no hace falta ninguna ‘mano verde’ para lograrlo. Sí, un poco de atención”, dice mientras acomoda lo que necesita sobre la mesa de trabajo. “Este modo de propagación nos asegura caracteres idénticos a los de la planta madre. Por este motivo, el gajo debe ser sano y fuerte. Debemos evitar plantas con defectos y/o enfermedades”, añade.
“Usaremos gajos herbáceos y de madera dura, que son los propicios para la época. Entre los primeros podemos nombrar alegrías del hogar, cretonas, crisantemos, geranios, claveles, begonias, uñas de gato, hiedras, verbenas... ¡Hay cientos!”, dice entusiasmada
“Llamamos de madera dura a los árboles y los arbustos caducifolios, y a algunas enredaderas”, añade y enumera. Da los nombre científicos y nosotros te traducimos algunos “al criollo”: álamos, moreras, sauces, plátanos, ciruelos de jardín, entre los árboles; arbustos como las aralias, las hortensias, el crataegus, el Abutilon (farolitos), entre otros, y algunas enredaderas: glicinias, madreselvas, santa rita, entre otras.
Sólo una advertencia: la experiencia es tan fascinante que puede ser “un viaje de ida”. Uno muy saludable, por cierto...
1 PREPARAR LA TIERRA
Sirven macetas chicas y hasta envases de helado (hacerles agujeritos en la base para que drene el exceso de agua). La tierra debe ser liviana. Lo ideal es una mezcla de turba y mantillo; también se usa perlita. Así la mezcla no se compacta y las tiernas raíces nuevas pueden crecer sin esfuerzo.
2 LIBERAR LOS NUDOS
Una vez cortado con tijera de podar el gajo elegido, quitar las hojas inferiores de modo que queden tres nudos libres: son los que quedarán bajo tierra y de donde brotarán las raíces. Las hojas superiores también conviene sacarlas (al menos una parte importante de ellas) para evitar que la planta se deshidrate.
3 PREPARAR LOS SITIOS DE INSERCIÓN
Una vez que la mezcla está lista en la maceta, hacer la perforación donde se colocará el gajo. Nunca usar para ello el esqueje que se quiere plantar, para no dañarlo. Un palito grueso o el cabo de un lápiz bastan. Se pueden poner varios gajos en una maceta, y transplantar luego de que broten.
4 LA HORMONA DEL ENRAIZAMIENTO
Se compra en los viveros y ayudará a la nueva planta a echar sus primeras raíces. Lo más sencillo es verter un poco en la tapita y mojar con el líquido las zonas de los nudos que hemos dejado libres (descartar lo que sobre). No introducir el gajo en el frasco, para evitar posibles contaminaciones.
5 CUIDAR EL RIEGO Y LA LUZ
Una vez colocado el gajo con cuidado, compactar un poco la tierra a su alrededor y regar. Si queda algo de follaje, también es buena idea pulverizar (hacerlo más o menos cada dos días). La maceta deberá quedar en un sitio protegido, con buena luz, pero sin exposición directa al sol.
6 EFECTO “INVERNADERO”
Para darle una manito a tu nueva planta, farbicale una “carpa” con una bolsita transparente ajustada mediante una gomilla. Creará un ambiente protegido térmicamente y ayudará a mantener la humedad. Perforala con un palito de brochette para que entre aire... ¡y listo!