Las novelas de García Márquez giran alrededor de los modos en que funciona la memoria y  se preguntan obsesivamente cómo se tejen los recuerdos y cómo se conjura su temible contraparte, el olvido.

Cien años de soledad se inicia con el recuerdo del hijo  frente al pelotón y la búsqueda de una máquina que logre fijar al huidizo momento. Lo deslumbra primero  el daguerrotipo,  luego  la fotografía aunque la máquina  más perfecta será la escritura. Desde la primera página del libro José Arcadio planea armar una máquina de la memoria, un gigantesco archivo que posibilite, como la mente del Funes de Borges, retenerlo todo, "repasar todas las mañanas, y desde el principio hasta el fin, la totalidad de los conocimientos adquiridos en la vida".

La llegada de la peste del olvido, de la mano de la apertura del camino hacia fuera,  reactiva el proyecto, interrumpido por la inesperada llegada de Melquíades, el gitano que construye otra máquina, el manuscrito, metáfora de la novela. Como en una pizarra mágica,  todas las inscripciones son pasajeras, pueden borrarse pero  quedan grabadas, intactas, en esa “máquina de la memoria” que es la ficción.

 El manuscrito funciona como una máquina de la memoria familiar y comunitaria, la que intenta construir el fundador  erigida por  un forastero en un idioma extraño. Encierra en una escritura profética el pasado y el futuro.

Nada logra, sin embargo, sustraernos de la relatividad de la vida, ni siquiera el poder. El destino de los padres fundadores es trágico: José Arcadio acaba atado al almendro, musita palabras en un idioma extraño que todos ignoran y poco a poco, como otros, va quedando encerrado en un cerco de olvido.  Úrsula que posee las claves de la voluntad de supervivencia no se salva de las brumas de la vejez y se convierte en la muñeca ciega y perdida con la que juegan los bisnietos.

(C) LA GACETA

Carmen Perilli - Profesora de Literatura Hispanoamericana de la UNT. Autora del libro Imagen de la mujer en Carpentier y García Márquez.

(Este texto forma parte de la edición especial en honor a Gabriel García Márquez que LA GACETA publicará en su edición en papel)