Es rubia y espigada. Tiene una voz imponente. La habrán visto muchas veces en el Centro Judicial de Concepción. Pero de seguro no la reconocerían cuando abandona su estudio de abogada y se transforma en la deportista de alma que es. Cada siesta, Maricel Pacheco se pone calzas, remera ajustada, zapatillas, anteojos de sol y casco. Sus piernas no paran de moverse en la ruta. Le gusta el ciclismo, ama correr y nunca le faltan ganas para largarse a nadar a donde sea: en una pileta o en un dique.
Lo único que amenaza con quitarle las ganas de entrenar a Maricel es la inseguridad. Ella comenzó a ejercitarse hace varios años en la ruta 65, que une Concepción con Alpachiri. Es la pista que usa la gran mayoría de los deportistas que tiene la Perla del Sur. Esta recta de 15 kilómetros con asfalto en buen estado y un paisaje imponente de montañas y árboles es una de las únicas opciones de los concepcionenses que quieren practicar a diario. Todos ellos reclaman que la ciudad que ha dado grandes deportistas a la historia de Tucumán tenga por fin un polideportivo en el cual puedan entrenar seguros.
La ruta 65 es el escenario que muestra claramente lo que significa el deporte para los concepcionenses. Todas las siestas se deja invadir por ciclistas y runners. A veces llegan a ser más de 200 los que corren a la vera del camino. Todos equipados con ropa ajustada y fluorescente, zapatillas y demás accesorios. Muchos de ellos son triatletas y corredores de alta competencia que con mucho sacrificio se entrenan. Y sufren una verdadera pesadilla: el ataque y el robo de sus bicicletas de carrera a golpes, a pedradas y a tiros.
Ya marcharon dos veces para pedir más vigilancia. Y nada. Es muy raro ver un patrullero recorrer la zona. Los sábados y domingos son los días más peligrosos, cuentan los atletas. Motociclistas van y vienen “fichándolos” hasta que finalmente los asaltan: los empujan de los rodados y se los roban. Después de los ataques, los ladrones se meten por los caminos de las fincas y desaparecen.
Sin libertad
“Perdimos la libertad de entrenar cuando queremos. Ahora tenemos que hacerlo cuando podemos, cuando conseguimos un grupo para salir. Yo sola no salgo más. Y siempre me fijo que haya varones en el grupo porque las mujeres somos las más vulnerables ante los delincuentes”, resalta Maricel. Viene a su recuerdo el asalto que sufrió hace dos años. Eran las 6 de la tarde. Ella corría junto a su hermana. Al llegar al kilómetro 7, a la altura de la localidad de Iltico, dos asaltantes (un hombre y una mujer) la amenazaron con un arma. Querían un celular. Le sacaron lo único que llevaba: un cinturón de hidratación. Ella quedó ahí, angustiada. Al aire le costaba llegar a los pulmones. No era el cansancio, era ese nudo que lo detenía en la garganta.
Le costó volver al ruedo. Y eso que Maricel sabe de doblegar obstáculos. A los 43 años es triatlonista (una disciplina de gran exigencia física que combina ciclismo con carrera a pie y natación) y el año pasado se animó a correr su primer ironman (la prueba más exigente del triatlón), en Brasil.
Cuando sale a la pista se siente como si tuviera 20 años. Hace dos décadas es abogada. Se dedica a la parte civil y comercial. Trabaja hasta nueve horas por día. Para ella el deporte es “una necesidad del cuerpo y la mente”.
No volvió más
Un poco por su amor al deporte, que le viene de toda la vida. Otro poco para mantenerse activo y sano. Así llegó el cirujano plástico Jorge Rodríguez a participar en los triatlones más importantes de mundo. El mes que viene, de hecho, se va a Texas a correr un ironman.
Jorge, de 43 años, es uno de los deportistas que directamente optó por abandonar la ruta 65. Sus razones se remontan al 29 de marzo del año pasado. Era un día de entrenamiento como cualquiera. Solo que era Viernes Santo a la siesta y no había mucha gente. En su bicicleta, respiraba profundo, y exhalaba. Iba detrás de dos compañeras. Alternaba la mirada entre el suelo y el horizonte. Fueron dos segundos. Y estaba en el piso, retorcido del dolor, aturdido. “Todo fue muy rápido me tiraron y se llevaron la bici. Terminé lleno de moretones”, relata.
Para él, ese episodio fue mucho más que un golpe en el cuerpo. En su pierna había una herida que dolía cada vez más con el paso de los días. Se hizo una ecografía y ahí se veía claro: en el ataque también lo habían baleado. No tuvo más opción que operarse para sacarse el proyectil.
Lo que viene luego es más asombroso todavía. Dos semanas después del robo, a Jorge le sonó teléfono. Al otro lado del tubo, alguien que se presentó como policía le dijo que sabía dónde estaba su rodado. “Me llevó hasta La Calera (una localidad pequeña, ubicada a pocos km de Alpachiri) a una casa que estaba llena de bicicletas robadas. Ahí no estaba la mía. Me quisieron ofrecer otra, pero no acepté”, relata.
Tiempo después lo volvieron a llamar. “Les dije que me dieran el número de cuadro y coincidía con el de mi bici. Así que me citaron un domingo a la madrugada, cerca de la escuela de Los Sarmiento y me pidieron $ 3.000 para dármela. También era un supuesto policía. La verdad que me arriesgué a ir solo ahí, pero necesitaba mi bici; no me hubiera podido comprar otra nueva. Cuestan más de $ 40.000”, detalla el médico, que ahora prefiere ir a entrenar por la vieja ruta 38. Sabe que ahí hay más peligro de tener un accidente de tránsito. Pero prefiere eso antes que un asalto.
Las víctimas aseguran que los robos se multiplican en la ruta 65. “Las bicicletas cuestan en promedio entre $ 30.000 y $ 40.000 y la mayoría sólo sirve para profesionales. Aquí todas son fáciles de reconocer, así que siempre los ladrones tratan de venderle al propio dueño”, destaca Maricel. Se despide. Se pone el pulsómetro y se larga a correr como si le fuera la vida en ello. Al final reconoce que nada ni nadie la detendrá, aunque para ello deba arriesgarse. Lo dice la frase “run once, run forever”. Corrés una vez, corrés para siempre.
“Es como si estuvieran esperando que ocurra algo grave”
“A partir de las marchas que hicimos para reclamar más seguridad la policía empezó a patrullar la zona. Pero la vigilancia duró sólo un mes. Es como si estuvieran esperando que ocurra algo grave en la ruta 65 para darle importancia al tema. Nunca dejaron de ocurrir robos. Es un camino muy desprotegido”, reclamó Sergio Centeno, deportista y entrenador. “Concepción necesita sí o sí un polideportivo. La gente ya no tiene dónde ejercitarse. No alcanza con las plazas”, reclamó.
Sin pileta climatizada para los nadadores
“Los deportistas que representamos a Concepción en las competencias importantes no tenemos dónde entrenar. No sólo no tenemos un polideportivo, tampoco tenemos pileta climatizada. Si queremos practicar natación, tenemos que viajar a Monteros. Es una vergüenza. Concepción es una tierra que ha dado grandes deportistas a la historia tucumana: desde Nasif Estéfano y Roberto Sánchez hasta los bikers Darío Gasco y Ricardo Pelegrina”, expresó la triatlonista Maricel Pacheco. Para ella, el parque de la Joven Argentina, así como está, no es una buena opción para entrenarse. “Por el estado en el que se encuentra es impenetrable. Las actividades en las plazas son destacables. Pero para nuestro nivel de entrenamiento, no alcanzan estos espacios públicos”, dijo.
“Prefiero nunca andar solo”
Por la ruta 65 es común encontrar a los deportistas más importantes de Concepción. Por allí entrena a diario Ricardo Pelegrina, que tiene varias medallas por sus carreras de mountain bike. “Hace cinco años que me ejercito acá. Muy pocas veces ha pasado un patrullero policial. Yo prefiero no andar solo por aquí porque es muy peligroso. Otro riesgo son los camiones: una vez me tuve que tirar a la banquina porque sino me llevaba puesto uno de estos vehículos”, dijo.
“Es casi suicida salir a la mañana temprano o después de las 18”
“Empezar a correr es duro, especialmente a partir de cierta edad. Pero te cambia la vida. Ganás mucho en salud. A veces muero de ganas de salir a correr, pero si no salgo en grupo me quedo en casa porque los riesgos son demasiados en la ruta. La inseguridad nos limita mucho, también con los horarios del invierno. Es casi suicida salir muy temprano, a la mañana, o después de las 6 de la tarde”, resalta Miriam Núñez, ama de casa, vecina del barrio Los Lapachos.